Cuando conducimos en áreas urbanas, todos tendemos a decidir la ruta que vamos a tomar en base a criterios «egoístas», y sin darnos cuenta, incrementamos la congestión del tráfico y el tiempo de trayecto de todo el mundo. El documento «Understanding congested travel in urban areas», realizado conjuntamente por investigadores de la Universidad de Birmingham (Inglaterra) y del MIT (EE.UU.), concluye que la tecnología podría persuadir sutilmente a los conductores a diversificar sus rutas para descongestionar el tráfico y hacer que el tiempo promedio al volante sea menor. ¿La contrapartida? Que algunos conductores tendrían que ir por rutas más lentas y ponerse en desventaja por el bien común.
El estudio examinó la forma en la que se desplazan millones de conductores en Boston, San Francisco, Río de Janeiro, Lisboa y Oporto, y pudo observar que es cada vez más frecuente que los conductores utilicen información en tiempo real en sus dispositivos GPS para moverse más rápido. Sin embargo, la información en tiempo real del tráfico no está coordinada entre los distintos servicios y usuarios, lo que resulta en un «sistema subóptimo». Los investigadores calculan que si los usuarios siguieran rutas «optimazadas socialmente», el tiempo de los trayectos urbanos cortos se reduciría de media, a nivel indivual, entre uno y tres minutos, pero a nivel de ciudad, el tiempo perdido en atascos se reduciría un 30%.
Según los modelos del estudio, el número de conductores que se verían perjudicados tomando rutas más lentas sería relativamente pequeña, y lo autores proponen posibles incentivos para los conductores que decidieran sacrificarse, como sistemas de gamificación integrados en sus apps de navegación. Quedaría por poner en una balanza cuál es el potencial beneficio de coordinar y optimizar las rutas de los coches en comparación con el impacto de mejorar los sistemas de transporte público y las infraestructuras para ciclistas y peatones.
