Con la creación del Mercado Único Digital la Comisión quiere armonizar las normas de contratación entre todos los países, facilitar la distribución de productos, eliminar las fronteras digitales injustificadas a la hora de consumir contenidos, determinar y regular la relación entre las plataformas digitales y sus proveedores para favorecer la libre competencia, crear un copyright a nivel europeo, unificar el IVA y lanzar “una nube europea”, algo así como un espacio digital propio a través del que los usuarios puedan acceder a sus propios contenidos.
Las implicaciones a todos los niveles son extraordinarias. Seguramente los consumidores van a ganar seguridad y protección a la hora de comprar por Internet, además de multiplicar las posibilidades de compra y por tanto mejorar la competencia disminuyendo los precios. La idea de unificar a la baja el IVA beneficiará a los consumidores pero también a las pequeñas empresas. De hecho, las empresas también van a ver favorecidos sus intereses con medidas como la eliminación del «bloqueo geográfico» que permitirá la entrada de nuevas empresas en el mundo digital europeo.
El sector de la creación de contenidos también está en el punto de mira. La idea es protegerlo (copyright europeo) y potenciarlo con una batería de medidas. Con la unión digital, el mercado se ampliará y las transacciones entre los 28 países de la UE se multiplicarán. Finalmente la propia industria digital se verá potenciada por las ingentes cantidades de dinero que la Comisión prevé invertir en cuestiones como la ciberseguridad y otras.
La propuesta suena bien y parece que antepone la protección al consumidor frente a las exigencias de las empresas (de hecho, algún modelo de negocio desaparecerá necesariamente con la nueva regulación) pero ¿por qué habla la Comisión tan poquito de temas tan importantes también en esta lógica como la sanidad, la educación o la energía? ¿por qué a la Comisión le encanta empezar todo con la palabra «mercado»? Ahí lo dejamos.