La introducción de carriles bici con mayor protección, en espacios que antes se dedicaban al estacionamiento de coches, ha hecho que muchas personas pierdan el miedo a moverse sobre dos ruedas por Nueva York. El numero de ciclistas habituales se ha triplicado en diez años, y la ciudad se ha visto beneficiada en economía, movilidad y seguridad, gracias a inversiones que suponen tan solo el 1% del presupuesto de la autoridad de transporte.