Leía hace unos días el extraordinario artículo de David Bonilla en su blog titulado “La falacia del programador perdido”, respuesta de un artículo previo de Enrique Dans. En mi opinión el artículo de David Bonilla y el debate generado posteriormente (léanse los comentarios) constituye la mejor revisión que he leído en los últimos años sobre el “mundillo de las startups españolas”.
Resulta difícil añadir algo más al argumentarlo de David Bonilla con el que me identifico totalmente. Acaso debería apuntar que también existen emprendedores con una visión mucho más actualizada y que sí que valoran a los programadores. Aunque solo sea porque una vez también nosotros lo fuimos.
Me parece brillante su revisión de la triste realidad de la creación de empresas tecnológicas en España (las llamadas startups), desmitificando a muchos supuestos gurús de la industria que dibujan constantemente una realidad inexistente, la de un país con pocos proyectos y profesionales poco comprometidos. En España hay muy buenas ideas y profesionales muy cualificados. Lo que falta es precisamente la otra parte: los inversores y el mercado. Esto hace que evidentemente no haya capital, y sin capital es difícil crear buenos equipos y transformar estas ideas en buenos proyectos. Por si alguien le quedara alguna duda hagámonos una simple pregunta: ¿qué exporta España? ¿buenos profesionales o inversores?
La conclusión es que el empresario tecnológico y el programador están en realidad en un mismo barco, en la misma carrera, y cualquiera de los dos se sienten en España, sobre todo estos últimos años, bastante maltratados. Todo lo que se había mejorado en los últimos quince años se ha perdido en solo dos. Esto no quita que haya unos poquitos proyectos que sobrevivan formando parte de un museo de especies raras, de héroes.
Enhorabuena a David Bonilla y a algunas de las personas que han contribuido con comentarios a su artículo también excepcionales.