Este es el discurso que leí ayer en la presentación delPremio Naider Acción y Compromiso 2010 de sostenibilidad y lucha contra el cambio climático a Juan López de Uralde.
El 15 de septiembre del próximo año, 2011, se cumplirá el 40 aniversario del intrépido viaje que el pequeño barco Phyllis Cormack realizó en Vancouver para detener los ensayos nucleares norteamericanos en Alaska. Un pequeño gesto de protesta en defensa de la vida y la paz ,.. y nació Greenpeace, una organización internacional presente hoy en más de 40 países, que cuenta con más de tres millones de afiliados.
Juantxo Lopez de Uralde es desde 2001 su director ejecutivo en España y, desde hoy, premio naider acción y compromiso por su impecable trayectoria en defensa de la vida sobre la Tierra y especialmente por su defensa del clima. En estos casi diez años como director de Greenpeace esta organización ha crecido desde los 70.000 socios hasta superar los 100.000. Todo un logro.
Por defender un planeta vivo Juantxo pasó 20 días en la cárcel en Dinamarca- es así como él lo explica en una de las numerosas entrevistas suyas que se encuentran en la red. Es una expresión con la que sintonizo especialmente y por ello me vais a permitir una pequeña digresión.
Soy de los que creen que el tremendo impacto ecológico que estamos provocando los seres humanos sobre la biosfera – su diversidad de vida y la salud de los sistemas naturales- tiene su raíz en una disonancia cognitiva, un error profundo en nuestra percepción, en nuestra comprensión, del lugar que ocupamos en la trama de la vida.
La civilización tecno-industrial surgida hace tres siglos nos ha instalado en un marco de referencia en el que se ha perdido la conexión vital con una naturaleza a la que hemos despojado de sentido, de significado. De manera básicamente inconsciente percibimos la naturaleza como espacio de objetos inertes, carente de significado. La hemos convertido en un mero lugar en el que construir nuestras autopistas, elevar nuestros rascacielos, levantar nuestras fábricas, enterrar nuestros deshechos, arrojar nuestras emisiones…
Hemos quedado desconectados de la trama vital. Los valles, los ríos, las montañas, las marismas, los bosques, las playas, el viento, los árboles, las aves, las flores,… nos siguen hablando pero hace tiempo que no les escuchamos, nos hemos desconectado del lenguaje universal de la vida. Como diría el Gran Jefe Seattle porque no nos reconocemos como hijos de la Tierra, no sabemos respetarla, y nuestra ignorancia unida a nuestra codicia nos está llevando a destruirla.
No nos engañemos, son tiempos oscuros, tiempos muy difíciles. La crisis del clima es el síntoma más crítico de esa relación desorientada que hemos establecido entre los seres humanos y la Biosfera a la que pertenecemos. Incluso con la práctica unanimidad de la comunidad científica mundial alertando alto y claro sobre la urgencia de reconducir la situación nos vencen las inercias, nos aplastan las rutinas, nos atrapan las miserias. Así, la pasada cumbre de Copenhague será recordada el día de mañana como el momento penoso en que 115 jefes de estado y de gobierno de la comunidad internacional no estuvieron a la altura de las circunstancias.
Allí, Juantxo López de Uralde, donostiarra de pro, levantó con sus compañeros una pancarta en la que cientos de millones de personas de todo el mundo pudieron leer ‘Los políticos hablan, los líderes actúan’, el grito de rebeldía de quienes no están, no estamos, dispuestos a asistir impasibles a la destrucción del clima. No en nuestro nombre.
Juantxo, padre de dos hijos, nació en Donosti-San Sebastián en el año 1963. Cursó estudios de Ingeniero Agrónomo en Madrid y en 1986 inició en serio sus pasos de activista ambiental al ser nombrado Secretario General de la Federación CODA, hoy Ecologistas en Acción.
Se incorporó a Greenpeace España en 1997 donde ocupó los puestos de Director de campañas en las áreas de Tóxicos y de Energía. Posteriormente, fue Coordinador de la campaña de Tóxicos en Greenpeace Internacional, lo que le llevó a vivir en Amsterdam durante más de tres años. Por cierto, aquella campaña contribuyó a lograr la firma de un acuerdo internacional bajo el auspicio de las Naciones Unidas para la eliminación de los COP’s (Contaminantes Orgánicos Persistentes).
Juantxo estuvo detenido en Copenhague durante 20 días por la acción llevada a cabo durante la cena que la Reina de Dinamarca ofreció a los jefes de Estado y de Gobierno que acudieron a la Cumbre del Clima y tiene todavía el sumario abierto. La policía danesa le detuvo después de hacerse pasar por jefe de Estado, ataviado con traje de gala y desplegar la mencionada pancarta en la alfombra roja del Palacio de Chirstanborgo.
La historia de Greenpeace está llena de heridas. La más grave ocurrió en 1985 cuando los servicios secretos de Francia hundieron su buque insignia, el Rainbow Warrior, en Nueva Zelanda para impedir su campaña de protesta contra las pruebas nucleares en el atolón de Mururoa. En el atentado murió Fernando Pereira fotógrafo de 36 años.
En sus cuatro décadas de lucha internacional Juantxo y sus compañeros y compañeras de Greenpeace han acumulado muchas cicatrices y heridas, pero su organización ahí sigue más activa, dinámica y comprometida que nunca.
Gracias Juantxo por estar ahí, por ser como eres, un hombre vasco universal comprometido, firme, indómito por una causa buena y noble. Son tiempos difíciles pero el ejemplo de hombres como tú envía una señal positiva y luminosa a las mentes y corazones de muchas personas. En el camino nos hemos encontrado. Nuestro compromiso con la defensa de un Planeta Vivo es también irreductible. Gracias de corazón por aceptar el premio naider.