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Ministerio de Ciencia e Innovación. Segundo intento

4Imagen1El presidente del Gobierno español ha diseñado, para esta su segunda legislatura, una nueva cartera que aglutina el grueso de las competencias en I+D, así como la gestión de las infraestructuras de generación de conocimiento dependientes del Gobierno central.

El nuevo Ministerio de Ciencia e Innovación Ciencia e Innovación abarca competencias que hasta ahora estaban en manos de Educación o Industria. Bajo su coordinación están ahora los grandes organismos que trabajan por la ciencia y la tecnología, como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) o los centros de astrofísica, oceanografía o geominería. Pero es, sin duda, la gestión de las Universidades, principal motor del conocimiento en una sociedad avanzada, la mayor aportación, desde el punto de vista estratégico, a la pretensión de Zapatero de impulsar a la sociedad y a la economía española por el carril del conocimiento como motor de competitividad y modernidad.

La creación de este nuevo ministerio confiere credibilidad y visibilidad al mensaje de Zapatero de que España necesita consolidar de forma prioritaria la excelencia de su sistema científico-tecnológico y multiplicar el valor que aporta a la sociedad y, en particular, a la generación de riqueza.

El acertado nombramiento de una profesional de la ciencia con incuestionable visión empresarial es, además, un síntoma de la inteligencia de Zapatero al confiar su gestión a una persona sin clara filiación política pero con la fortaleza intelectual y el bagaje profesional suficiente para liderar el proceso. Cristina Garmendia no es la «cuota vasca» del gabinete Zapatero, como enseguida trasladan algunos analistas, es, en todo caso, la «cuota de brillantez» que todo Gobierno debe tener.

José María Aznar intentó en su momento algo parecido con su fallido Ministerio de Ciencia y Tecnología. Su falta de determinación política, la confusión generada con el resto de ministerios y los recelos entre las distintas organizaciones e instituciones del conocimiento dieron al traste con la iniciativa. Rodríguez Zapatero recoge el testigo años más tarde presentando un Ministerio bien dotado económicamente, con capacidad de tracción sobre el grueso del Sistema Científico-Tecnológico y con una persona al frente que conoce de primera mano las posibilidades de la ciencia para generar una nueva economía construida a partir del incuestionable valor diferencial que aporta la aplicación de conocimiento de excelencia al desarrollo empresarial y a la consolidación de nuevos sectores económicos.

Los retos de la nueva titular son muchos y difíciles. La construcción intelectual y moral de una sociedad avanza en la medida que sus instituciones del conocimiento se consolidan y, muy importante, se proyectan a su entorno inmediato y se fusiones con el resto de la sociedad. Pero ahora es, además, una cuestión de supervivencia económica. La ciencia y la tecnología son parte de la solución al cambio de modelo económico en el que nos estamos introduciendo en los últimos años.

Los países y regiones social y económicamente más avanzados del mundo se corresponden con aquellos que acogen en su seno a las mejores universidades del planeta. El nuevo ministerio tiene la complicada misión de profundizar en el proceso de transformación del sistema universitario español para que España acabe siendo uno de ellos. Cristina Garmendia no procede del mundo universitario y lo que para algunos es una debilidad, otros los vemos como una oportunidad de imprimir aire fresco y de introducir nuevos formatos y nuevos valores a la Universidad española.

Un segundo reto tiene que ver con la necesidad de abrirse al mundo. España no juega en solitario. Su sistema científico-tecnológico no es otro que el Espacio Europeo de Investigación. Los agentes científicos, tecnológicos, universitarios o empresariales españoles son nodos de un proyecto más grande que se juega su futuro en la escala global. Hacer propia, pues, la construcción del Espacio Europeo de Investigación es otra de las recetas básicas en esta nueva etapa.

En tercer lugar, es importante mejorar los actuales mecanismos de transferencia de conocimiento al sistema económico y saber explotar todas las posibilidades que el sistema científico-tecnológico español tiene ya para articular nuevos proyectos empresariales de base tecnológica y presencia global. Para ello hay que introducir una clara visión de mercado en el sistema que complete la idea de generar conocimiento como bien en sí mismo.

A nivel de empresa, la coordinación con el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo va a ser clave también para conseguir introducir la I+D y la innovación en la cultura de gestión de las empresas. La política industrial hoy día es en un 90% política de innovación. La sintonía personal entre Miguel Sebastián, Ministro de Industria, y Cristina Garmendia parece preludiar un buen escenario.

Por último, el nuevo Ministerio de Ciencia e Innovación debe tener también la perspectiva suficiente para aprovechar la existencia en el Estado español de otros agentes del conocimiento no dependientes del Gobierno central y, cómo no, debe aprender a mejorar los mecanismos de coordinación con las distintas comunidades autónomas, especialmente con aquellas que llevan muchos años comprometidas al máximo en todo este proceso y que tienen recetas interesantes que aportar.

Desde el proyecto Naider saludamos con interés la creación de este nuevo Ministerio y animamos a sus gestores y, en especial, a la ministra Garmendia a que sea valiente en sus planteamientos y al presidente Zapatero y a su vicepresidente para asuntos económicos a que acompañen su labor con la necesaria carga presupuestaria.

Las apuestas políticas se levantan siempre sobre tres pilares: Proyecto, Liderazgo y Presupuesto. Las dos primeras bases van por buen camino pero el gasto público en I+D en España, a pesar de que ha ido creciendo en los últimos años, es la mitad de la media europea. Además de un buen programa que gestione el proceso de transformación del sistema científico-tecnológico español, la ministra Garmendia va a necesitar unas arcas muy bien dotadas para poder ejecutarlo.

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naider
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