La economía actual requiere de la acumulación de más y más deuda monetaria para financiar el crecimiento económico, mientras que requerimos de crecimiento económico futuro para saldar dicha deuda. Este ciclo ‘deuda-crecimiento-deuda…’ es parte inherente de nuestro sistema económico: un mal necesario para mantener a flote un sistema inestable y basado en la deuda que se caracteriza por generar crisis económicas de manera constante.
A pesar de que la deuda global haya alcanzado niveles históricos sin precedentes, apenas existe información acerca de la relación entra la deuda y la sostenibilidad medioambiental. ¿Hasta qué punto los bancos, responsables de financiar prácticas de algunas empresas que dañan el medio ambiente (a través de, por ejemplo, créditos bancarios), son parte responsable del cambio climático o la pérdida de biodiversidad? ¿Cuántos millones de euros destinan los principales bancos a financiar proyectos relacionados con la deforestación en el Amazonas o Sudeste Asiático?
Para responder a estas preguntas, Julen González Redín, integrante del equipo Naider y PhD en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente, ha publicado recientemente un artículo científico en la revista Ambio, donde analiza la relación entre los bancos, la deuda y el medio ambiente.
La investigación utiliza Indonesia como estudio de caso, ya que el Sudeste Asiático en general, e Indonesia en particular, es una de las áreas con mayor biodiversidad del planeta y también uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo.
El artículo muestra que, bajo un escenario Business As Usual – seguir funcionando como hasta ahora – la producción de los bienes y servicios más dañinos para el medio ambiente – entre los que se encuentra el aceite de palma – son altamente dependientes de la financiación internacional proveniente de algunos de los bancos más importantes del mundo: Bank of China, BNP Paribas… . Bajo este escenario continuista, la posibilidad de que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad aumenten es considerablemente alta. Solamente entre 2010 y 2017, los mayores bancos internacionales prestaron 45 billones de dólares americanos en forma de créditos bancarios a empresas operando en diferentes sectores industriales en Indonesia, entre las que se encuentran la industria maderera, la del aceite de palma, la pulpa de celulosa, el caucho, entre otras. Estas industrias necesitan de financiación por adelantado proveniente de los bancos para cubrir los costes operacionales de la producción de bienes, ya que, como en el caso del aceite de palma, estos no empiezan a dar beneficios hasta pasados varios años.
El modelo desarrollado se nutre de la base de datos denominada ‘Forest and Finance’, una plataforma novedosa que, por primera vez, muestra información acerca de los bancos y la deuda que históricamente ha sido ocultada o muy complicada de encontrar. En ‘Forest and Finance’ podemos encontrar: qué bancos prestan dinero a qué empresas (incluyendo nombres en ambos casos), los países donde esto ocurre, las cantidades que se manejan, y todo esto actualizado año a año.
Por otro lado, el artículo destaca el lado positivo de la deuda: si la deuda se utilizase de manera responsable por las empresas que reciben los créditos – o si los bancos las “obligasen” a ello – sería posible seguir produciendo aceite de palma (un sector positivo para ciertos países en vías de desarrollo, ya que aporta trabajo y beneficios económicos) al mismo tiempo que se contribuye a mitigar el cambio climático y se reduce la pérdida de biodiversidad. Por “responsable”, cita el artículo, se considera el uso de los préstamos bancarios para crear plantaciones de aceite de palma en áreas ya degradadas, en lugar de crearlas deforestando bosques vírgenes o secando humedales, los cuales son vitales para absorber gases de efecto invernadero. Así mismo, se podría utilizar la deuda para desarrollar tecnología que permita aumentar la eficiencia de producción en plantaciones ya existentes, en lugar de deforestar para crear nuevas plantaciones. Junto con estas, el artículo propone otras claves para hacer un uso responsable de la deuda que logre un escenario win-win respecto a la economía y medio ambiente.
En resumen, el artículo muestra que la deuda y los bancos son un factor negativo para el medio ambiente en el contexto actual, pero podrían no serlo si los bancos y empresas utilizasen ese dinero de manera sostenible.
Julen González Redín
PhD en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente
NAIDER