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La salida de la crisis tiene color verde

4044699988_85a722fccfAhora que los datos macroeconómicos nos muestran ligeros signos de mejoría, sería recomendable no dejarnos llevar por la inercia. Nos equivocaríamos si evaluáramos esta crisis como una más de la evolución natural del ciclo macroeconómico de la economía de mercado y siguiésemos adelante con las recetas de siempre.
El desplome de la demanda agregada experimentado ha sido un aviso estructural de que las cosas no funcionan como deberían. El sistema está sumido en una grave crisis de valores. La especulación y el rendimiento inmediato priman escandalosamente sobre la rentabilidad y sostenibilidad a largo plazo y nos olvidamos de los graves efectos de nuestras actuaciones en el medio y los recursos naturales, tratándolos como si fueran infinitos e inagotables. La crisis climática que hemos generado y seguimos alimentando es el ejemplo más patente de ello
Sin dudar de que las reformas fiscales, financieras y del mercado de trabajo, que tanto ocupan el interés de los medios las últimas semanas, son urgentes y necesarias que lo son sin duda, creo que nuestro futuro de verdad se juega en otro campo que no está tan presente en el debate público. Nos esperan muy malos tiempos si no somos capaces de aprovechar la salida de la crisis para realizar una profunda transformación de nuestro estilo de vida, con hábitos más sostenibles que nos orienten hacia una economía más verde, baja en carbono y orientada a las personas y su talento.
La pelota está en nuestro campo y no podemos eludir nuestra responsabilidad con la excusa de que estos asuntos de trascendencia global se deciden muy lejos de nuestras fronteras. El paso fundamental es sumarnos al liderazgo climático europeo, realizando el esfuerzo necesario para limitar nuestras emisiones de gases de efecto invernadero para avanzar hacia una economía menos dependiente del petróleo. Si somos audaces, lo que hoy parecen obligaciones y limitaciones que lastran nuestra economía, se transformarán, en un plazo mucho más corto del que imaginamos, en ventajas competitivas globales para nuestras empresas y en sustanciales mejoras de la calidad de vida de nuestras personas.
Se trata de una tarea que compete al conjunto de la sociedad y concretamente, supone un salto radical de nuestro modelo energético. El esfuerzo realizado en el País Vasco en los últimos 20 años con la incorporación del gas natural ha supuesto una gran avance en términos de diversificación energética y es un gran activo que ha posibilitado, además de la utilización de este combustible en la industria y en los hogares, un parque de generación eléctrica (centrales de ciclo combinado y sistemas de cogeneración) muy eficiente. Tenemos, sin embargo, que ir más lejos poniendo en marcha un ambicioso plan que permita neutralizar el CO2 emitido por estas centrales, pugnando por estar en la vanguardia de las pruebas, e impulso de las tecnologías de almacenamiento y captura de carbono, aprovechando las capacidades de nuestro sistema tecnológico que ya ha dado algunos pasos en este campo.
Por otro lado, el «Pacto por la Eólica» entre los Departamentos del Gobierno Vasco de Industria, Innovación, Comercio y Turismo y de Medio Ambiente, Planificación Territorial, Agricultura y Pesca, junto con las Diputaciones de Bizkaia y Gipuzkoa, y Asociación de Municipios Vascos (Eudel), tiene que ser el elemento definitivo que permita avanzar en el aprovechamiento de todas las energías renovables, y en particular de la eólica, en el País Vasco, acabando con los importantes desencuentros habidos en el pasado que lastraban el aprovechamiento del potencial energético existente. El compromiso alcanzado, tiene que servir, también, para crear un caldo de cultivo favorable para el desarrollo e implantación de sistemas renovables distribuidos e inteligentes de generación y utilización de la energía, que es un campo con enormes posibilidades tanto energéticas como para la creación de nuevo tejido empresarial.
El modelo energético, va más allá de la generación de energía y su transformación tiene que ver fundamentalmente con la utilización que hacemos de ella. La clave, ahorrar y ser más eficientes y esto es labor no sólo de los grandes consumidores industriales que ya han dado grandes pasos motivados por los importantes ahorros de costes que les supone, sino también de las empresas en sectores no tan intensivos en energía, en la industria y los servicios, así como de las familias. En este último caso, el grueso de los ahorros están en adecuar los edificios y en el transporte y la utilización de los vehículos. En ambos casos, el esfuerzo y las inversiones individuales tendrán que estar acompañados por políticas y sistemas de regulación que motiven conductas ahorradoras de energía y faciliten las infraestructuras necesarias, principalmente de transporte público.
El 5 de Junio de 2009, hace ahora justo un año, el Lehendakari firmaba la Declaración de Urdaibai y proclamaba la firma de un Pacto Social por la Sostenibilidad EcoEuskadi 2020. Si alineamos el conjunto de la actuación pública, e iniciativas como el nuevo plan energético y la ley de cambio climático son claves para ello, junto al demostrado deseo de progreso y desarrollo manifestado por el conjunto de la sociedad vasca, no tendremos dificultades para enfrentar los retos actuales, por muy duros que sean los momentos que estamos atravesando.

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naider
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