La política vasca de ciencia, tecnología e innovación ha tenido una obsesión por tipificar su sistema de innovación y catalogar a los agentes del mismo y los distintos planes así lo han venido haciendo (el PCTI 2015no es una excepción), describiendo funciones y subsistemas y asignando a las distintas instituciones y organizaciones público privadas existentes a los mismos. Desde un punto de vista cartesiano de la realidad, esto pueda tener una utilidad y pueda servir como elemento ilustrador del contexto. Sin embargo, ayuda poco para comprender qué es lo que hace a una sociedad ser innovadora, o cuáles son los factores que explican los procesos innovadores que en ella se producen.
Lo realmente crítico no son los agentes, sino la diversidad, multiplicidad y riqueza de las relaciones que se generan entre los mismos. Por ello, tenemos que avanzar hacia un nuevo paradigma que se explica mejor como «eco-sistema» que transmite mejor la necesidad y virtud de las relaciones de interdependencia para la fortaleza del conjunto. En términos de innovación, las empresas aportan más valor cuando colaboran; cuando más que «competir» «copiten» entre ellas con objetivos compartidos de medio, largo plazo. Lo mismo con los centros tecnológicos y de investigación cuya aportación es muy limitada cuando se encierran en su «torre de marfil». Su potencial de innovación se despliega realmente cuando se aprestan a entender los problemas reales a los que se enfrentan las empresas e instituciones a nivel mundial y construyen y articulan capacidades con otros agentes para transferir conocimiento y aportar valor.
La innovación implica, asimismo, apertura y globalidad. Las relaciones entre agentes no se producen por proximidad, sino por la aportación real de valor; las empresas, como todo tipo de agentes buscan los mejores socios para sus proyectos de innovación independientemente de su localización y, por ello, precisamos un sistema integrado y conectado con los mejores para hacer florecer la innovación en las empresas e instituciones creando ventajas específicas y propias que se mantienen en el tiempo y le confieren personalidad, frente a otras realidades territoriales: un «eco-sistema global» de innovación en el País Vasco, construido en base a una identidad propia capaz de proyectarse en el Espacio Europeo, en contraposición a la idea de un sistema volcado en sí mismo y muchas veces encerrado en sus fronteras.
Una identidad que pasa sin duda por la industria en la que el País Vasco aporta tradición y capacidades de clase mundial y en la que es capaz de integrar operadores, fabricantes de equipos, sistemas y maquinaria, especialistas en materiales y toda una variada gama de servicios avanzados especializados en tecnología, diseño, creatividad e innovación para dar el salto necesario hacia una manufactura avanzada e intensiva en tecnología y conocimiento