Ayer tuvimos la oportunidad de acudir a la primera de las jornadas de presentación de la iniciativa Disonancias, Artea ta Berrizkuntza (promovida por el Grupo Xabide) en la Escuela de Ingenieros de Bilbao. Se trata de una iniciativa muy ambiciosa promovida por el Grupo Xabide, ya en su 3ª edición, y que pretende ser «una plataforma de puesta en relación de artistas con responsables de investigación, desarrollo y/o innovación para realizar investigaciones conjuntas» (Web).
La jornada estuvo dirigida a presentar públicamente a las diferentes personas (artistas) y empresas que participarán, durante los próximos 9 meses, en el programa. Constituyen principalmente empresas del ámbito industrial y más en concreto, vinculadas en muchos casos al mundo de la arquitectura, que buscan obtener un valor añadido que les permita investigar en nuevos usos y oportunidades de mercado.
Así lo ven en este caso, las empresas participantes, así como los proyectos innovadores que se pondrán en marcha en los próximos meses de la mano de Disonancias:
– Dorlet (multimedia aplicada a la domótica)
– EiTB (formato documental)
– Fundación Ikertia (emergencia sanitaria en espacios públicos)
– Grupo Sarkis / Lagunketa (arquitectura medioambiental)
– Imar, (aplicaciones para chapa perforada y metal expandido)
– Lanik (arquitectura transformable)
– Lantegi Batuak (espacios de relación con el entramado social para personas discapacitadas)
– Polo Garaia (servicios que apoyen la conexión y la colaboración entre los usuarios del Polo de innovación)
– Labein-Tecnalia (modelo de entorno urbano sostenible).
La jornada dejó de manifiesto así mismo, las dificultades que todavía hoy existen para la colaboración de dos mundos aparentemente tan diferentes, la empresa por un lado y el arte por otro, para verlo más gráficamente, entre el ingeniero y el artista. En esta relación dominan los prejuicios y ayer resultó en muchas ocasiones recurrente: El ingeniero/a, persona cuadriculada con una marcada orientación a resultados, mientras que el artista, un visionario y soñador, sin los pies en la tierra, una relación en definitiva abocada a la ‘disonancia’.
Citaba ayer uno de los participantes unas palabras de cierto ingeniero de gran trayectoria, en las que se refería a una conferencia impartida por un alto cargo de Airbus en la que afirmaba que el mundo de la aviación y los aviones no habían prácticamente evolucionado de aquel primer artefacto que logró volar por primera vez hace más de un siglo para asombro de todos. Añadía así mismo, que quizás, en términos de innovación, lo que procedía en este momento fuera la denominada ‘innovación radical’ (¿creatividad?), es decir, «replantearse el hecho de volar», algo curioso viniendo de un ingeniero, si hiciéramos caso insisto a algunas ideas preconcebidas.
Quedó también desde mi punto de vista desmontada la idea del artista como «freaky soñador», si me permiten la expresión. Disonancias, cuenta en su programa con personas de gran profesionalidad y trayectoria en llevar adelante proyectos ‘del mundo real’, en lo que sin embargo, destacan por su novedad y originalidad. Todo un activo para las empresas en la nueva Sociedad del Conocimiento, donde las ideas serán sin duda, la nueva fuente de ventaja competitiva en la economía global.
Para más información sobre la iniciativa, pueden consultar:www.disonancias.com
-1 Comentarios:
David Arias (22/11/2007)
Durante las últimas semanas he leído en diversos medios el calificativo de cuadriculado refiriéndose a los ingenieros. Primero, he de apuntar que la calificación del carácter de una persona mediante la valoración exclusiva de su educación universitaria me parece una arriesgada simplificación.
También me sorprende ver que se tilda a los ingenieros de personas grises, sin inventiva, cuando la propia palabra ingeniero tiene sus orígenes en ingenio. Además, me gustaría recordar que han existido, y existen, grandes ingenieros que han asombrado y revolucionado el mundo: los hermanos Wright soñaron con volar y lo lograron, Arquímedes imaginó barcos inmensos sobre el mar y fundó las bases de la navegación, Edison fue tildado de mago en su tiempo, pues solo magia podía ser entonces la electricidad. Estas personas, y otras muchas, fueron tan visionarios, imaginativos y creativos como el mismo Picasso, si bien en distintos ámbitos. Hoy vivimos en un contexto distinto, pero nada me hace pensar que no existan ingenieros tan imaginativos como ellos. Las nuevas energías, los nuevos alimentos y el transporte del futuro serán ideados seguramente por ingenieros.
Mi reflexión es que no deberían ser tan distantes esos dos mundos: el arte y el ingenio.
Por cierto, Leonardo Da Vinci también era ingeniero.