Estados Unidos, un país que vive subido en un coche en marcha. Alimentado con petróleo, por supuesto. Y barato, a poder ser, barato. No es país para viejos, pero tampoco para peatones. Algunos índices o rankings buscan medir la excepción, las ciudades mínimamente amables para el peatón en un país construido como se construyen las cosas cuando sobra espacio.
Ciudades sin coches. ¿Son posibles? ¿Hasta dónde es posible? En Mother Nature Network prepararon hace unas semanas una presentación, 7 car-free cities, con ejemplos de ciudades que se acercan a este objetivo:
- Sark Island (Reino Unido)
- Mackinac Island, Mich., Estados Unidos
- Medina de Fes-al-Bali, Marruecos
- Hydra, Grecia
- La Cumbrecita, Argentina
- Lamu Island, Kenya
- Venecia, Italia
Realmente, estos ejemplos no nos valen. 4 islas, territorios aislados que se pueden permitir estos lujos. Porque la clave está en la conexión, en el acceso, la accesibilidad. Exceptuando Venecia y de Marruecos, territorios pequeños de baja población. Porque la dimensión multiplica, en principio, las necesidades de transporte. Y, por supuesto, estas dos excepciones sonsingularidades históricas y urbanísticas que no son trasladables a ninguna forma urbana actual.
Más atinado es el artículo reciente del Guardian, Car-free cities: an idea with legs, en el que la cuestión se plantea en la escala de barrio, donde es más realista plantearse ciudades libres de coches en Europa. El artículo está escrito por la directora de Car Free UK, una organización que trata de impulsar barrios más amables sin coches. Groningen, Vauban, Amsterdam, Colonia o Nuremberg son ciudades con barrios enteros donde el coche como solución de transporte privado tiene las cosas difíciles. Claro que, visto así, la lista podemos hacerla más amplia con ejemplos cercanos. Si es por hacer listas, siempre nos quedarán nuestros casos antiguos, peatonalizados en muchos casos, con horarios restringidos de entrada de los vehículos privados. Son barrios nominalmente peatonales, aunque luego pasa lo que pasa.
Precisamente en Público, Carme Miralles Guasch se preguntaba por estos temas en Car free , un nuevo urbanismo, a raíz de algunos de los ejemplos anteriores, especialmente el caso del barrio de Vauban (Freiburg):
En Vauban, a las afueras de Friburgo, cerca de la frontera con Francia y Suiza, viven unas 5.000 personas en una superficie de 40 ha. La idea vertebradora del proyecto es la siguiente: los habitantes del mundo desarrollado somos responsables del 80% de la contaminación mundial; es nuestra tarea, por tanto, encontrar respuestas técnicas e incluso un nuevo estilo de vida que nos permitan vivir según un modelo sostenible. Y parece que los habitantes de este barrio lo están consiguiendo. Es un barrio atractivo para familias con niños, pues más del 20% son menores de 10 años y la demanda de suelo, especialmente para proyectos de cooperativas, ha superado el número de parcelas ofertadas.
La excusa era hablar de las impresiones del viaje a San Francisco. La foto, tomada en Sausalito, es un poster que recoge las diferentes matrículas estatales. En una semana en la una de las principales sensaciones fue la de necesitar el coche para prácticamente todo, la foto podía servir como pretexto para dejar apuntado este tema.
En fin, pero hay otras formas de ver las cosas, más instaladas (por decirlo de alguna forma):