La caída del precio del barril del petróleo ha afectado seriamente la economía de los grandes productores. Como muestra de ello, Arabia Saudí, país que obtiene el 90% de sus ingresos del negocio de hidrocarburos y que cerró 2015 con un déficit público cercano al 15%. En este contexto, en el que los pagos al proyecto estrella de la marca España – el AVE a La Meca – han quedado amenazados, el reino wahabí ha anunciado que quiere dejar de tener una economía basada en el monocultivo del petróleo. Mohamed bin Salmán, vicepríncipe heredero con creciente poder en el rígido reino, presentó el pasado 25 de abril un ambicioso plan que el país no dependa del oro negro para 2030. Bin Salmán fue incluso más allá y apuntó a no depender del petróleo en 2020, una posibilidad cuestionada por los expertos como recoge The Economist.
El plan incluye un fondo soberano de inversiones multimillonario y la apuesta por la diversificación en nuevas industrias, pero más allá de eso, poder convertir esta visión en realidad implica profundos cambios en el riguroso régimen wahabí y una apertura que suponen un anatema para el poder religioso. El plan presentado habla de aumentar tímidamente en los próximos 15 años la participación de las mujeres en el mercado de trabajo hasta el 30%, pero al contrario de lo que se esperaba, no se comunicó que las mujeres puedan conducir coches a partir de ahora, algo fundamental si se espera que se integren al trabajo.