En 2014, investigadores de la Universidad de Michigan crearon los primeros paneles solares 100% transparentes para el ojo humano, una innovación pensada tanto para transformar edificios como rascacielos en plantas de energía, como para autoabastecer a smartphones y tablets mediante sus pantallas. El problema que presentaban para la comercialización era su escasa eficiencia de conversión (del 1%) frente a los paneles solares tradicionales (15%). Pero la investigación y desarrollo para poder convertir nuestras edificios en generadores de electricidad – mas allá del potencial de instalar paneles tradicionales en el techo – continúa tanto en el mundo académico como en el empresarial.