Coincido totalmente con lo que nos cuenta Carlos Cuerda en su último post ¿Endeudarse para invertir o para gastar? y desde luego le envidio la facilidad que tiene para dar jabón y ser sibilinamente ácido en sus comentarios; sinceramente, no soy bueno y dudo cada vez más de si soy realmente economista, lo que, con la que está cayendo, no está ni mal ¿o no?.
Hablamos de la reforma del mercado laboral, de la salud y del sistema de bienestar, de las infraestructuras y, por supuesto de la de más actualidad, la del déficit del sector público. Pero se nos olvida, la fundamental: cómo vamos hacer, cómo vamos a financiar y cómo vamos a gestionar la compleja y gran reforma estructural pendiente del sistema productivo que es la que se deben encardinar todas ellas. Me explico:
Un mercado laboral flexible y dinámico es absolutamente necesario, pero sólo es una condición necesaria para realmente crear empleo cualificado y de calidad para nuestros jóvenes. La reforma laboral no es un nuevo motor económico y me temo que lo máximo que le podemos demandar es que nos lleve más rápidamente al equilibrio que, según nos dicen los buenos economistas, será una situación con unos salarios reales más bajos como media y un nivel de empleo mayor. En mi opinión, no suficiente para llenar el gran abismo de desempleados con el que contamos.
Respecto a las infraestructuras he escrito en otras ocasiones que ”no todo vale”. Seguramente nos hemos dejado llevar por la inercia y nos hemos pasado de frenada. Lo que estaba muy bien y era absolutamente prioritario el siglo pasado para rellenar con urgencia las graves carencias españolas en infraestructura físicas, ya no lo es tanto. De esto no se deriva, sin embargo, que se pueden parar “gratuitamente” las inversiones públicas, sino que se precisa una política mucho más compleja en este campo para adaptarla a las exigencias de la nueva sociedad del conocimiento y la necesaria transformación del tejido productivo. Como decía Carlos, educación, cultura, investigación, tecnología, medio ambiente,…
A nuestro querido sistema de bienestar le quedan “2 telediarios” porque con la que está cayendo no vamos a tener fondos para pagarlo. ¿Qué hacer? sólo me atrevo a dos mensajes muy simples. El primero, me sumo a Eva Arrilucea en su post , ya que creo que existe un importante campo de mejora en la racionalización del gasto tanto en salud como en servicios sociales; Esto es, se puede proveer el mismo nivel y calidad de servicio con muchos menos fondos. Segundo, poner en marcha un gran debate social para definir lo que queremos y siendo realistas, ligarlo al desarrollo de nuestro sistema productivo. Como he leído en algún sitio recientemente, no podemos tener el sistema sanitario que tienen los suecos, si la productividad de nuestras empresas no se acerca a la de sus empresas.
Finalmente, llego al recorte del déficit público y sería una gran necedad, por mi parte, no reconocer que se precisan grandes reformas en nuestra Administración Pública. Pero tenemos que hacerlas con inteligencia, gastando menos en algunas cosas y muchísimo más en otras en las que estamos muy, muy verdes como estamos viendo. Tenemos que reestructurar estratégicamente el gasto público, para orientarlo a la necesidad de transformación de nuestro sistema social y productivo, sin caer en la tentación de recortar por recortar, manteniendo los déficits estructurales existentes y, enfriando la economía, que es lo que menos necesitamos en este momento. Les suena la ley de economía sostenibleque parece haber caído en el olvido. Pues, en mi opinión, es ahí donde tenemos que poner la prioridad estratégica y en el que tenemos que orientar nuestras grandes reformas. Por el camino que vamos corremos un serio riesgo de dejar por el camino un cadáver, eso sí, en perfecto estado de revista.
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