Recientemente la Dirección General de Política Regional de la Comisión Europea ha publicado un informe titulado Regiones 2020 en el que analiza el impacto territorial de los cuatro grandes retos globales. En realidad, se trata de un documento de trabajo provisional, que forma parte de un proceso de reflexión abierto en el seno de la Comisión Europea en torno a la reforma presupuestaria de los fondos de desarrollo regional. Esta revisión, todavía en fase de diseño, busca nuevas formas de orientar los recursos económicos que maneja la Comisión en sus políticas de cohesión regional (especialmente a partir de la reforma de la política de cohesión de 2013). Como fruto de las primeras reflexiones se identificaron algunos de los grandes retos para afrontar las disparidades regionales en la Unión Europea, formulados en el informe de la siguiente manera:
- Globalisation is driving scientific and technological progress, making the European dimension ever more important in boosting knowledge, mobility, competitiveness and innovation. The opening up of huge new markets creates vast new opportunities for Europeans, but it will at the same time test Europe’s capacity to further adjust to structural change and manage the social consequences of that change. The transformation to a knowledge and service economy is as profound as the earlier changeover from agriculture to industry.
- Demographic change will transform the age and employment structure of our societies, raising important issues of both economic efficiency and intergenerational equity. Migratory pressure will have a particularly strong effect on Europe, due to its proximity to some of the world’s poorest regions and those likely to be worst affected by climate change and natural resource constraints.
- The impact of climate change on Europe’s environment and its society has become central to the European agenda, challenging policymakers to reflect on how best to respond with the policy instruments at the EU’s disposal. This applies both to efforts to mitigate climate change by tackling the growth in greenhouse gas emissions and the need for measures to adapt to the consequences of climate change.
- Secure, sustainable and competitive energy represents one of society’s main challenges. Limited supply, increased global demand and the imperative to cut emissions have led to a new realisation of the need to move towards a low carbon economy in Europe.
Metodológicamente, cada uno de los retos se ha parametrizado en torno a unos indicadores estimados para 2020:
- Índice de vulnerabilidad en la globalización: disparidad interna PIB per capita, productividad, tasa de empleo, tasa de educación superior y tasa de educación básica
- Índice de vulnerabilidad demográfica: porcentaje de la población mayor de 65 años, porcentaje de población laboralmente activa y población total.
- Índice de vulnerabilidad climática: población afectada por inundaciones, población en zonas costeras por debajo de los 5 metros de altura, riesgo potencial de sequía, vulnerabilidad agrícola, vulnerabilidad pesquera, vulnerabilidad turística y cambios de temperatura y de precipitación.
- Índice de vulnerabilidad energética: consumo energético doméstico, consumo energético de transporte de mercancías, industria, servicios y agricultura, intensidad en carbono de la economía y tasa de dependencia energética.
El propio informe reconoce que no es un listado exhaustivo, ya que otros factores fundamentales tendrán también (o están teniendo ya) un impacto fundamental en la economía europea, como puede ser la interconectividad física de los territorios o la sociedad de la información. Todo ello busca responder a dos dinámicas centrales en el desarrollo económico y social de la Unión Europea:
• El mantenimiento de niveles de disparidad regional en la Unión Europea, debido a las recientes ampliaciones de Estado miembros, como continuación del proceso de convergencia de otros países como España, Portugal, Grecia o Irlanda.
• La consolidación de un nuevo eje de disparidad Este-Oeste o Centro-Periferia (que ha desplazado al tradicional Norte-Sur).
Además, al introducir por primera vez un análisis de prospectiva en el desarrollo regional basado en la vulnerabilidad de las regiones, podemos entrar a trabajar un concepto que en la escala local tiene ya cierta presencia, como es el de la resiliencia. Un concepto más evolucionado que el de sostenibilidad, en mi opinión, y posiblemente más práctico o más fácil de transformar en instrumentos concretos.
En cualquier caso, los resultados del informe reflejan fuertes diferencias en la vulnerabilidad de las regiones europeas en cada uno de los cuatro retos y son las regiones del Sur, la Costa Oeste y de Europa Central las que reflejan peores comportamientos en estos indicadores.
Los resultados para cada uno de los índices no son excesivamente sorprendentes en su foto global, aunque su mapización regional sí permite encontrar algunos patrones interesantes que, no por conocidos o sospechados, dejan de tener utilidad para el diseño de políticas de cohesión.
Así, en cuanto al proceso de globalización económica, destaca la resiliencia de los países nórdicos, ya que todas sus regiones alcanzan los niveles más bajos del índice y, reflejan al mismo tiempo, una cohesión interna importante en cuanto a su posicionamiento económico. Por el contrario, los países del sur de Europa, especialmente España, reflejan disparidades internas en este índice, de forma que incluyen regiones tanto en las escalas más altas de vulnerabilidad (Andalucía, Castilla-La Mancha,..) y más bajas (Madrid, País Vasco).
A nivel de vulnerabilidad climática, por otro lado, España en su conjunto, salvo algunas particularidades regionales, refleja los mayores riesgos, debido principalmente a los indicadores relacionados con la sequía y la desertificación.
En cuanto a la energía, el patrón es menos uniforme; destaca, desde luego, la bajísima vulnerabilidad de Francia frente al común de todo el resto de países de la Europa continental, sin duda reflejo de sus opciones de política energética de las últimas décadas.
Por último, a nivel demográfico es donde más diversidad de resultados se encuentran a lo largo de Europa, detectándose así uno de los principales retos para la cohesión regional de la Unión.
Como imagen de conjunto, el siguiente mapa representa el número de retos a los que está más expuesta cada una de las regiones. Es un resultado visual muy disperso, pero que refleja la alta resiliencia del centro tradicional de la Unión Europea –junto a otras regiones que actúan como excepción en las fronteras exteriores- frente a la alta vulnerabilidad de otras regiones de reciente incorporación o incluso de larga tradición en la Unión. Entre otras cosas, este mapa nos dice que regiones como Euskadi, Canarias o Melilla están entre las menos vulnerables de nuestro país, frente a otras como Castilla-La Mancha, Extremadura o Andalucía,q ue acumulan resultados negativos en varios de los índices.
El informe incluye también la respuesta a una duda que puede surgir al evaluar estos índices: ¿cómo se relacionan unos y otros? ¿De qué forma se relaciona el envejecimiento de la población con la cohesión social interna de las regiones? ¿Cómo afecta a la sostenibilidad ambiental el aumento del consumo energético de los hogares? ¿Cómo va a afectar a la economía la llegada de nuevos inmigrantes con más o menos formación?
Leyendo este documento se me ocurre plantear la posibilidad de elaborar algunos cálculos a nivel local. ¿Por qué no hacer una comparación de estos mismos indicadores a escala urbana? Si consigo algo de tiempo intentaré extrapolar esta metodología a varias ciudades españolas (se admiten sugerencias) y valorar después los datos.