En el País Vasco la eco-innovación nos suena como concepto novedoso e interesante, pero que no va directamente con nosotros porque ya tenemos una industria consolidada y estas cosas que tienen que ver con el medio ambiente las interpretamos como imposiciones regulatorias, incrementos de costes o, en el mejor de los casos, como una posibilidad de marketing -porque ya se sabe que lo «verde vende». Una mirada un poco más abierta y seguramente más inteligente (ahora que lo «smart» está de moda) nos presenta, sin embargo, todo un mundo de grandes posibilidades.
El esquema convencional de pensamiento respecto a la innovación industrial y la mejora del medio ambiente, lleva a considerar a esta última, como un resultado colateral e indirecto de los procesos industriales de innovación de producto y de proceso. Así, a pesar de que la preocupación ambiental no ha figurado entre sus principales prioridades, la industria vasca ha conseguido en los últimos años importantes mejoras en este campo – La industria vasca creció entre 1990 a 2008 justo antes de la crisis, más de un 95% en términos reales, acompañada también de un notable progreso de la eficiencia energética que mejora más del 81% en el mismo período. Veraquí– Si cogemos, por ejemplo, el sector de automoción que, es uno de los más importantes de la industria vasca (más de 300 empresas que dan cuenta directamente de entre el 15% y el 25% del empleo industrial y de no menos del 18% de las ventas totales de las empresas vascas fuera de la CAPV) su posicionamiento competitivo se explica fundamentalmente por los considerables avances y logros conseguidos en términos de eficiencia operativa, lo que permite ofrecer materiales, piezas y componentes a lo largo de la cadena de valor, competitivos en precio y condiciones de mercado. Las profundas transformaciones organizacionales y las mejoras de eficiencia experimentadas han derivado también y de un modo patente, en grandes ahorros de energía y materiales y sorprendentes ratios de reciclaje. La justificación es sencilla: cada tep de energía ahorrada o cada tonelada de material no utilizado o reciclada son un considerable ahorro de coste que las empresas no pueden dejar pasar para ser competitivas.
El cambio al que estamos asistiendo es, sin embargo, radical. La mejora del medio ambiente no es sólo un resultado colateral, si no que se está convirtiendo en el motor principal de las principales innovaciones de los sectores industriales más relevantes(*). Siguiendo con el ejemplo seleccionado, el transporte por carretera es el responsable de más del 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero en Europa y en paralelo a los compromisos políticos (Europa 20, 20, 20), los principales fabricantes están marcando una senda clara de lo que se podría denominar la «industria verde del automóvil», con vehículos más eficientes y de menores emisiones de gases de efecto invernadero y de otro tipo que deben ajustarse a las cada vez más exigentes directivas europeas y nacionales e incluso ir más allá para satisfacer las exigencias comerciales de una población crecientemente sensibilizada con el medio ambiente.
Y en este marco se engloban, innovaciones incrementales que ya se están llevando a cabo en la industria con la incorporación de vehículos más sostenibles -vehículos de combustión tradicionales más eficientes, disminución del peso, vehículos híbridos, uso de combustibles más limpios, biocombustibles, diseño y electrónica para una conducción más eficiente) a otras más rompedoras que tienen que ver con la incorporación de vehículos híbridos enchufables y eléctricos puros para los cuales se precisan todavía avances científico-tecnológicos muy relevantes – almacenamiento de energía y otros-.
Más allá de esta industria verde del automóvil, la sociedad camina lentamente hacia nuevos modelos urbanos de movilidad en los que se conjugan variables mucho más allá del vehículo y que tienen que ver con el uso intensivo del transporte compartido (público o privado), el diseño de ciudades y zonas urbanas más amigables para el peatón, la incorporación prioritaria de bicicletas tradicionales o con motores eléctricos, nuevos sistemas de logística para las mercancías, la ordenación y gestión inteligente del tráfico y un largo etc. que suponen importantes desafíos para la industria del automóvil como hoy la conocemos e inmensas oportunidades de desarrollo y creación de empleo (empleo verde) para el conjunto de nuestra industria.
La conclusión es que más allá de las dificultades coyunturales de esta crisis que padecemos, la industria es una actividad con un gran futuro por delante. Para aprovecharlas, además de ser muy eficientes, tenemos que cambiar el chip: pensar en verde y dejarnos llevar por nuestra capacidad innovadora.
(*)El estudio de 2008 «DuPont Automotive/Society of the Automotive Industry Survey» realizado por DuPont y la Sociedad de la Industria del Automóvil (SAE) muestra que los factores medio-ambientales son los desafíos más importantes a los que se enfrenta la industria del automóvil y superan por primera vez en 14 años al ahorro de costes.