La idea de Papandreu de celebrar un referendum en Grecia para ratificar el acuerdo sobre la re-financiaición de la deuda del país no ha gustado nada a los que gobiernan la Europa económica. Merkel y Sarkozy parecen dispuestos a retener los 8.000 millones de las ayudas ya aprobadas «hasta que no haya una decisión positiva» en la consulta, que se celebrará, si el presidente girego consigue aferrarse a su puesto, el 4 de diciembre.
No deja de ser curioso las reprimendas de muchos otros dirigentes europeos (el Gobierno español en cabeza) al «desatino» de preguntar a la gente qué es lo que piensa. Semejante atrevimiento precisamente en la cuna de nuestra civilización! Pero así estamos todavía. Es que, en esta Europa nuestra que nos hemos construido, la política y la economía no encajan muy bien entre sí.
A pesar de los exagerados aspavientos, consultar a la sociedad sobre decisiones trascendentes parecería una cosa sensata en un modelo de funcionamiento democrático. No obstante, es verdad, que si esta consulta se tiñe de lucha populista por la soberanía del pueblo helénico frente a Europa o de elegir entre lo malo y lo peor, el objeto de la consulta y el propio instrumento democrático se desvirtúan y banalizan. De hecho, trasladan al ciudadano la responsabilidad de orientar una crisis que, siendo un poco simplistas, la han provocado los propios convocantes.
Tras cincuenta años de construcción, la Europa política sigue a medio hacer y ese es un gran problema. El otro es que Grecia, como Estado, es una ruina y la competitividad de su economía se precipita escaleras abajo. La única forma de salvar a esta última en el cortísimo plazo es devaluando su moneda (salir del euro) para que sus productos sean más baratos. Y la única manera de ocultar la quiebra de aquel es condonarle su enorme deuda. Todo esto tendría seguramente dramáticas consecuencias a medio plazo a todos los niveles pero supondría un enorme respiro momentáneo para los griegos. La alternativa, aceptar los designios de Merkozy, tampoco parece nada interesante. Los griegos tendrán que seguir pagando durante años su agujero cuántico con importantes recortes salariales y de prestaciones sociales de todo tipo sin saber si al final del tunel habrá luz o más caverna.
Eso es lo que votarían en Diciembre los griegos si Papandreu aguanta el tirón de orejas de sus todopoderosos colegas europeos. El pan para hoy y hambre para mañana o el hambre de mañana para comer hoy. La verdad es que, visto así, está complicado decir quién ganará. Cualquiera se pone en la piel de un ciudadano griego!
En todo caso, hay una forma (menos mal!) de evitar ese apocalíptico destino sea cuál sea la decisión que tomen nuestros compañeros de desdichas financieras: aprovechar para transformar, de verdad, el modelo socio-económico de ese país (y de los que vienen detrás como España o Portugal). Más que transformar, habría que hablar de subvertir. Cambiar un modelo por otro radicalmente diferente.
Avanzar hacia ello significa favorecer un cambio de modelo competitivo basado en el conocimiento y la educación y eso es algo cuyos frutos aflorarán tras más de una generación de incontables (in-con-ta-bles) inversiones en el sistema educativo, en ciencia y tecnología, en cultura y en Universidad como drivers de la nueva sociedad. Todo esto no se hace con recortes presupuestarios sino fijando bien claras las prioridades, quitando todo lo innecesario (tantas cosas!) e invirtiendo el excedente en políticas de estímulo (más bien de reconstrucción). Los resultados, como decía, a una generación vista. Mientras tanto mucha ilusión y mucho liderazgo político para soportar el duro invierno plantando las semillas de un futuro mejor y más responsable.
Ese es el desafío al que se enfrenta aún media Europa. Grecia la primera pero otros también están subidos a un barco muy parecido.
PS. El lector que haya llegado hasta este punto sabrá que el jefe de Gobierno de Grecia finalmente ofreció su renuncia este domingo 6 de noviembre para dar paso a un Ejecutivo de unidad que apruebe el rescate financiero de Grecia y espante el fantasma de una bancarrota y salida de la zona euro. Grecia obedece. Seguramente era lo más prudente. Buena suerte!