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¿Los valores en la innovación o la innovación social?

6El pasado 11 de diciembre tuvo lugar una sesión del Foro La Ciudad Humanizada con el título El valor de lo innovador en la sociedad actual.

La organización quiso contar con Naider para que aportáramos nuestra visión junto a la de otras personas y organizaciones, entre las que se encontraban Francisco Álvaro de Andalucía EmprendeFélix de la Iglesia, de Atributos urbanos, José Pérez de Lama, deHackitectura, Juan Llimona, de Plataforma 2i o Francisco Javier Martínez, dePecha Kucha/Emerg. La sesión consistió en un debate abierto entre todas las personas participantes, conformándose un grupo de perfiles diversos donde entraban personas relacionadas con las políticas institucionales, con la dinamización cultural, con el periodismo o con la cultura digital urbana. Por tanto, un grupo heterogéneo con aproximaciones y paradigmas muy diferentes sobre el papel de la innovación en la sociedad actual y, mucha más, sobre el valor de esa innovación. En cualquier caso, resultó un ejercicio interesante debatir durante más de dos horas sobre diferentes aspectos y visiones de la innovación.

A modo de resumen, las principales ideas que abordamos en la sesión fueron las siguientes, planteadas más en forma de sospecha o de intuición para que podamos debatirlas:

¿Separar innovación social e innovación empresarial?
Debido a la disparidad de perfiles, la sesión navegó entre dos orillas paralelas, la innovación social y la innovación empresarial, dando por hecho que fueran dos cosas que efectivamente tuviera sentido que corrieran en paralelo y no juntas. El paralelismo (simplista) podría afirmar:

ユ Innovación empresarial de proceso=Innovación social instrumental
ユ Innovación empresarial de producto=Innovación social finalista
ユ Innovación empresarial de organización= Innovación social en los mecanismos de decisión

Se trata de una simplificación arriesgada, pero válida para tratar de ver si ambos discursos pueden encontrarse en algún punto. Ese punto quizá es que en los dos caso es la tercera categoría la que más problemas genera, la que más barreras presenta para el cambio. En el caso de la innovación social, estamos hablando de participación real, transparencia radical, trabajo institucional en red, reinvención de los proceso de decisión y deliberación pública, construcción de ciudadanía, etc. Y si nos situamos en la tercera categoría de la innovación empresarial, estamos acercándonos a la dilución progresiva de las empresas tal como las hemos conocido, posiblemente más fácil de alcanzar en unos sectores que en otros; avanzando hacia empresas líquidas o licuadas, con paredes permeables, con puertas de entrada y salida para las personas, las ideas y los proyectos, con muros crecientemente permeables porque la forma de organizar los proyectos empresariales cada vez será menos en forma de empresa y más en forma de otros engendros que hoy sólo estamos tratando de inventar.

La innovación no nace de cero
El incrementalismo no tiene buena prensa en algunos entornos donde se busca innovaciones disruptivas. Posiblemente el equilibrio esté en apoyarse en ambas estrategias y, en este caso, merecía la pena destacar que las innovaciones no nacen de un lienzo en blanco, algo que suele destacar siempre Ethan Zuckerman, investigador y emprendedor que ha centrado su trabajo en la innovación social en África y en otros contextos donde se hace de la necesidad virtud y es necesario construir sobre lo ya existente y encontrar nuevos usos sociales a lo ya inventado.

El papel de lo periférico
Durante la sesión también sobrevoló un concepto, de la periferia y las innovaciones que se producen en la periferia; la periferia del pensamiento, la periferia de los avances tecnológicos, la periferia contracultural, la periferia urbana, la periferia de las empresas. ¿Es siempre periférica la innovación? ¿Tienen sitio las vanguardias en las empresas? ¿Y en las ciudades?

Y en definitiva, ¿cuál es el valor de lo innovador?
En la sesión se mencionó bastante la palabra «valor» (generar valor, valor económico de la innovación, hay que valorar la innovación,ナ), pero prácticamente ninguna vez en plural, «valores». Y el plural cambia mucho las cosas, cambia la perspectiva en gran parte. ¿La innovación tiene un valor o ES un valor? ¿Es un valor neutro, positivo o negativo en función de sus aplicaciones empresariales o sociales? ¿Qué valores encierra la innovación que nos interesa? Pueden ser valores de solidaridad social, de progreso y bienestar, de generación de riqueza pero no a toda costa,ナo pueden ser otros valores con menor valor social. Casi parece un trabalenguas pero es importante introducir la perspectiva de los valores cuando hablamos de innovación. ¿Toda innovación es socialmente positiva? ¿Qué papel ocupa la tecnificación en todo esto? Obviamente, las métricas de la innovaciónempresarial están muy depuradas; pero no sé si alcanzan a medir su valor social o su aportación comunitaria.

 

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Manu Fernandez

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