Los teleféricos han tomado protagonismo en Latinoamérica como medio de transporte urbano masivo, notablemente en Medellín, Colombia, donde Metrocable sirve para integrar barrios desfavorecidos de difícil acceso situados en lo alto de las laderas. De forma similar, la capital mexicana acaba de inaugurar Mexicable, un sistema de góndolas que conecta a los ciudadanos de los barrios de Ecatepec, una de las urbes de mayor inseguridad del país, con otros medios de transporte público, reduciendo a 17 minutos un trayecto que toma 40 minutos mediante transporte motorizado terrestre. Ahora, los teleféricos, como sistema de transporte público legítimo llegan a Europa, con el Gran París como pionero. En 2021 esperan poner en marcha Téléval en los suburbios periféricos del sudoeste: con una longitud de 4,4 kilómetros y cinco estaciones, se estima que la línea transportará a 14.000 pasajeros diarios.
Será el inicio de una red más extensa, ya que la Región Parisina o Île-de-France contempla introducir 12 líneas de góndolas adicionales. Según la presidenta de la región Valérie Pécresse, se trata de un medio de transporte «limpio, silencioso, y regular», que cuesta mucho menos que un tranvía con «la mitad de tiempo de instalación», pues supera con facilidad los obstáculos físicos existentes, y ofrece capacidad para transportar cada hora a 5.000 pasajeros bi-direccionalmente en un tiempo de trayecto predeterminado.
Existen algunos precedentes de teleféricos en ciudades europeas, como la Emirates Air Line inaugurada en Londres con vistas a los Juegos Olímpicos de 2012, que no se han ganado una afluencia de público regular. No obstante, el proyecto parisino se distingue del londinense en qué no se concibe como un atractivo turístico y no duplica el trayecto ya realizado por un medio de transporte existente (bus o metro). Al contrario, las líneas de teleféricos pretenden completar las redes de metro y trenes de cercanías del París metropolitano. La conectividad entre el metro, que sirve al París intramuros, y la red RER de trenes de cercanías, que sirve a la periferia, no es ideal y requiere caminatas en algunos suburbios, algunos de los cuales son más densos que el propio centro. Con las góndolas se espera facilitar estos transbordos y hacer el metro más accesible a los residentes de la periferia.
La parte no tan positiva de los teleféricos para los ciudadanos es su indudable impacto visual y el hecho de que pueden perturbar desde las alturas la privacidad de algunas viviendas; de cualquier manera, la alternativa «barata» de los tranvías surcara en cuatro años los cielos de la periferia parisina.