Cuando hablamos de movilidad urbana es preciso mencionar dos grandes retos. Por un lado la descarbonización de la movilidad y por otro lado la servitización de los medios de transporte.
La descarbonización del transporte es un hecho que se dará antes de lo que pensamos y más tarde de lo que debería. Las razones son varias, pero destacan el cambio climático, el pico del petróleo y la contaminación ambiental de las ciudades, tanto atmosférica, como acústica.
Los efectos del Cambio Climático serán irreversibles a partir del 2030 según el Panel Intergubernamental (IPCC) sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas. El IPCC engloba a científicos independientes de todo el mundo que coinciden tras dispares estudios de calado científico que el cambio climático es una realidad y pronto será una realidad preocupante. La industria del transporte es una de las más fieles contribuidoras a tal desastre de dimensiones globales. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, entorno al 21% total de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del sector transporte (EEA, 2008). Esto sin contabilizar las emisiones provenientes del transporte marítimo y aviación. Luego es fácil concluir que el la contribución al cambio climático por parte del transporte rodado es considerable.
Si la urgencia no nos viene dada por la protección del medio ambiente, ni tampoco por la salud de otras poblaciones que ya sufren las consecuencias o de otras generaciones que seguramente las sufrirán, que lo que motive un cambio drástico y necesario en los modelos de movilidad que sea nuestro propio bienestar. La combustión necesaria de petróleo para mover nuestros vehículos no solo contribuye al cambio climático, también contribuye a la contaminación de los espacios donde vivos. Según la OMS son 7 millones las personas que mueren al año debido a la contaminación atmosférica, 1/8 de las muerte anuales. A ello contribuye en gran parte el modelo de movilidad que tenemos, junto con las industrias contaminantes y los propios edificios de las ciudades.
Y si la salud del medio y las personas no es suficiente motivante, la propria escasez de combustibles fósiles será lo que frene el uso de estos carburantes. Se estima que los picos de petróleo, gas y carbón si no han sido superados escala mundial, pronto se hará. Esto implicará un encarecimiento de la extracción, puesto que será más escaso e inaccesible. Por tanto, el ciudadano de a pie ira quedando excluido, por razones económicas, del acceso al consumo de dichos carburantes.
Pero la descarbonización del transporte no será suficiente. El coche eléctrico ni es la solución al problema, ni tampoco se trata de algo innovador. Lo que realmente es innovador es un nuevo modelo de movilidad sostenible, intermodal y multimodal , capaz de cubrir las necesidades de toda la población con el menor impacto ambiental. El coste para el medio ambiente (tanto por demanda de materiales, como de energía) a la hora de electrificar toda la flota móvil mundial sería inasumible.
Es por ello que poseer el medio de transporte deberá perder importancia. Existirán diversos medios de transporte para las diversas necesidades de movilidad. EL coche privado actual es el más ineficiente y contaminante de todos los medios y tiene los días contados. La servitización del transporte supone un cambio de mentalidad, pasaremos de comprar el medio de transporte, a comprar el servicio de transportamos, como ya se hace con el transporte público. De esta forma para cada tipo de desplazamiento que requiramos usaremos el medio más eficaz que nos permita pagar menos, por desplazarnos en menos tiempo y generando el menor impacto ambiental posible. Y todo esto considerando las características de cada desplazamiento, es decir, el número y características de las personas y objetos a desplazar, la distancia a recorrer y el entorno donde se dará el desplazamiento.
Aitor Mingo Bilbao
MSc en Ciudades y Sostenibilidad
NAIDER