Las ciudades y, especialmente las del mundo desarrollado, compiten por atraer y retener personas con talento que son los principales agentes del nuevo modelo de sociedad en el que priman las ideas, la creatividad y la capacidad de innovación.
Los avances científicos, el cambio tecnológico y la innovación se han convertido en motores clave del modelo económico actual. De esta manera, el éxito en la generación, asimilación y posterior transferencia de conocimiento a la sociedad es un factor de éxito en la pugna por el desarrollo sostenible.
Entre las palancas o motores estratégicos que pueden facilitar la transformación hacia la ciudad global en la economía del conocimiento ocupan un lugar singular las universidades.
La contribución del sistema universitario al desarrollo regional va mucho más allá del mero impacto de la actividad económica que genera como empresa de servicios (sin ser este impacto despreciable). Las universidades son la principal fuente para desarrollar las habilidades y competencias de las personas y enriquecer el stock de capital humano disponible. Como argumenta R. Florida, para ser efectivas en un mundo crecientemente globalizado, las ciudades deben ser capaces de adoptar los principios de la creación de conocimiento y aprendizaje continuo y extenderlo a todas sus personas, instituciones y empresas. Y la clave para ello es diponer del adecuado esquema de valores y de las infraestructuras del conocimiento que las fortalecen. Básicamente las universidades.
Las universidadesナ
- Atraen estudiantes de otras regiones que, finalmente, se colocan en empresas locales
- A través de sus cursos de formación continua son una fuente de mejora de las capacidades de los directivos y personal de las empresas locales.
- Son una fuente de conocimiento y asesoramiento tecnológico para el tejido empresarial local.
- Son un puente hacia el conocimiento global a través de los vínculos universitarios con otros centros de excelencia en el mundo.
- Son soporte para dar solución a problemas sociales que precisan capacidad innovación e ideas.
- Son una fuente de cultura cívica, de análisis estratégico, así como de capacidad intelectual y liderazgo para el conjunto de la sociedad.
Los gestores públicos tienen que entender bien estas dinámicas para sacar el mayor partido de la universidad. No obstante, este planteamiento y el amplio impacto de la universidad en el territorio en el que se asienta, no está, todavía, suficientemente interiorizado en muchas ciudades y regiones.
El sistema universitario tiene que liderar el avance del sistema científico-tecnológico en la senda de la excelencia y es necesario poner en escena los ingredientes necesarios para conseguir que se convierta en germen de ideas y, muy especialmente, en uno de los imanes para atraer y retener a las personas emprendedoras con liderazgo y con talento.
Dos son los referentes en el nuevo panorama.
En primer lugar, la globalidad; la excelencia buscada no puede estar basada en parámetros locales, sino globales y en la colaboración en red con los principales agentes científico-tecnológicos del mundo.
En segundo lugar, la colaboración a todos los niveles ya que la investigación, especialmente la más aplicada, precisa de una creciente participación interdisciplinar y la colaboración de diferentes grupos de investigación, centros tecnológicos y empresas con objetivos comunes.
A continuación se presentan algunas reflexiones estratégicas que pueden servir para potenciar el papel de las universidades y su impacto en las ciudades.
- Poner en cuestión el sistema universitario. La sociedad tiene que ser capaz de cuestionarse los pilares sobre los que se sustenta su sistema universitario: modelo de financiación, gestión, relaciones con el tejido social y productivoナ Cuestiones todas ellas que no competen de modo exclusivo a la universidad, sino al conjunto de la sociedad que debe implicarse en profundidad en el debate universitario.
- Búsqueda de la excelencia a todos los niveles. El sistema universitario tiene que ganar en calidad, singularidad y reconocimiento de toda su actividad, tanto de la investigación, como de la formación y la propia gestión de los recursos humanos, técnicos y financieros con los que cuenta.
- Más dotación de recursos. En muchos casos la universidad no tiene suficientes recursos para cubrir el rol que se le exige. No obstante, no se trata únicamente de más recursos, sino de buscar nuevas fuentes de financiación que abran la puerta a una mayor participación de la iniciativa privada, pago por objetivos u otras fuentes de ingreso.
- Mayor protagonismo en la innovación tecnológica. No se trata de un modelo nuevo, sino el ya marcado por las principales universidades del mundo que son líderes en creación de nuevas empresas de base tecnológica, el diseño de patentes que abren la vía a nuevos mercados y la estrecha colaboración con el tejido empresarial tanto en temas tecnológicos, como estratégicos.
- Apertura del sistema universitario. Para captar los mejores estudiantes y profesores de otros lugares del mundo y abrirse a nuevas formas de generación y difusión del conocimiento.
- Nuevos esquemas de formación. Cada vez es más patente que las personas precisan de modos de formación más flexibles y adaptados a sus necesidades. Hace pocos años la formación de una persona estaba fundamentalmente concentrada en muy pocos años durante su juventud. En los tiempos actuales, y más en el futuro más cercano, las personas van a necesitar programas de formación continuada para adaptarse a los rápidos cambios sociales, económicos y tecnológicos.
Tras la presentación de estos puntos, la cuestión clave es qué pueden hacer o qué papel juegan las ciudades en este contexto. En la mayoría de los casos, el sistema universitario escapa de las competencias locales y, en consecuencia, muchos gobernantes municipales se olvidan de la universidad o no le prestan la suficiente atención.
La ciudad tiene que contribuir a fortalecer el papel de la universidad para atraer y gestionar lo global desde lo local que es también su principal función. Desde el ámbito local, es preciso facilitar la presencia de centros y actividades universitarias (licencias, permisos, autorizaciones, etc.), permitiendo que la vida universitaria モinvadaヤ la ciudad. Por otro lado, tanto la universidad, como la ciudad tienen que contribuir al necesario acercamiento entre dos mundos que, muchas veces, han sido ajenos:
La ciudad y sus gobernantes tienen que ser conscientes de la importancia de la universidad y valorarla a la vez que es preciso que los investigadores, profesores y estudiantes se impliquen en los temas que preocupan a su ciudad (provisión de servicios, financiación, sostenibilidad, seguridad, multiculturalidadナ)
Por otro lado, los gobernantes de la ciudad pueden dar grandes pasos:
- Premiando socialmente a los educadores, investigadores y miembros de la Comunidad Universitaria.
- Impulsando el aprendizaje de los ciudadanos, participando y financiando programas de formación continua.
- Incorporando la universidad en la agenda municipal y en las relaciones del municipio con otras instituciones de gobierno.
- Haciendo ciudades atractivas con una rica vida social y cultural y un entorno que favorece el desarrollo de las personas