The Economist publicaba hace unos pocos días una de sus Daily Charts, dedicada esta vez a visualizar la dimensión del crecimiento de las principales ciudades en África, siguiendo datos del último informe Habitat State of African Cities 2010 , Governance, Inequalities and Urban Land Market.
The Guardian también publicó su propia visualización seleccionando un número menor de ciudades:
Al igual que la BBC:
¿Qué nos dicen estos mapas y el informe de la ONU? Que ciudades como Abuja (Nigeria) o Ouagadougou (Burkina Faso) han doblado prácticamente su población de 2005 a 2010 y que diez más lo harán en los próximos diez años, una velocidad de crecimiento completamente enloquecida. Que El Cairo, Lagos y Kinshasa superarán de largo los diez millones de habitantes urbanos y que la mayor parte de los países africanos tendrán una alta concentación de su población en una o varias grandes ciudades. No sólo eso; la tendencia actual sitúa fuera de las ciudades africanas más pobladas tradicionalmente los mayores crecimientos de habitantes urbanos en el continente, es decir, que nuevos espacios geográficos en los diferentes países se confirman como nuevos atractores de la huida del campo a la ciudad y añade nuevas ciudades al mapa urbano.
Más allá de los datos, lo que nos encontramos es una poderosa fuerza migratoria comparable prácticamente a la que se ha vivido en la última década en Asia, principalmente en China y la India. Claro que el crecimiento en estas ciudades es mucho menos vistoso. La urbanización China, por ejemplo, ha tenido un amplio eco derivado de su creciente poder económico, y ha sido bendecido con exposiciones y olimpiadas, al tiempo que se escondían sus miserias y restricciones a la libertad. África no tiene sus grandes desarrollos urbanos para la economía global y las revistas de diseño y arquitectura, ni los edificios milagro que tanto entretienen y ofrecen un sueño de modernidad a esta urbanización acelerada. Por tener, las ciudades chinas tienen hasta sus agoreros que anuncian el gran cataclismo de la mega-burbuja inmobiliaria.
El continente africano, en cambio, vive una urbanización silenciosa, a caballo de la miseria y a lomos de una debilitadísima capacidad institucional para hacer frente a las necesidades de la población. Las ciudades africanas son las menos igualitarias del mundo, con enormes distancias entre una pequeña clase dirigente y acomodada y una población con grandes dificultades para acceder a servicios urbanos básicos y a empleo u oportunidades económicas.
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