Desde el comienzo de la crisis, hasta el III trimestre de 2009, la economía española ha perdido 1.640.000 empleos (Ver gráfico) y es muy probable que, a pesar de que la recesión ha tocado suelo o está muy cerca de hacerlo, todavía se siga en la misma línea hasta por lo menos el II o III trimestre de 2010, con lo que la crisis nos dejaría entre 1.800.000 y 1.900.000 empleos menos; los que teníamos a principios de 2005.
Un escenario posible para los próximos años, podría ser que una vez la economía española empiece a crecer, el empleo se recuperará siguiendo la evolución anterior a la crisis, llegando a los 20,5 millones de empleos que teníamos para finales de 2012 (en aproximadamente 13 trimestres). Me temo, sin embargo, que este planteamiento es poco creíble ya que la construcción, principal sector que tiraban del empleo en nuestra economía, estaba sumergido en una gran burbuja muy por encima de las posibilidades y demandas reales de nuestra economía.
Si no se toman medidas audaces, las previsiones más probables son que la crisis de empleo de la economía española se prolongue en el tiempo y que cueste mucho tiempo recuperar el nivel de empleo previo a la crisis. La audacia de las medidas hay que buscarla en tres vectores: el primero, alinear las medidas de impulso de la economía que se están poniendo y se puedan poner en marcha en los próximos tiempos (por la Administración Central y el conjunto de Administraciones autonómicas y locales), con las mejoras de la productividad, la diversificación del tejido productivo y la transformación hacia una economía baja en carbono. No podemos esperar al lento proceso legislativo para ir dando pasos en las medidas que se proponen en el anteproyecto de la ley de Economía sostenible. El segundo, acometer rápidamente las reformas estructurales del mercado de trabajo en la línea de lo propuesto por los principales economistas españoles (Propuesta para la reactivación laboral en España) y que apuesta por resolver las ineficiencias del mercado de trabajo para que las medidas que se están tomando puedan ser eficaces para la creación de empleo
Finalmente, ser innovadores en las propios instrumentos públicos para armonizar su implantación con el necesario control del déficit público que corre el riesgo de desbocarse como nos advierten las agencias de rating (S&P) recientemente. Marcar prioridades de largo plazo, ofrecer incentivos correctos para los agentes sociales y buscar activamente la actuación de la iniciativa privada y del mercado en la financiación de las políticas, pueden ser las claves en esta dirección.
