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El talón de Aquiles de la energía nuclear

lemonizExisten muchos argumentos a favor y en contra del empleo de la energía nuclear. Sería difícil decir, desde un punto de vista objetivo, que argumentos tienen más fuerza, puesto que en muchas ocasiones responden a sensibilidades y contextos personales y locales. Ahora bien, existe un factor o indicador, muy por encima de valoraciones cualitativas. Este indicador es la rentabilidad económica y financiera de un proyecto. Se trata del indicador con mayor peso en la toma de decisiones de inversión por parte bancos, empresas e incluso gobiernos, muy por encima de otros indicadores como los ligados a la responsabilidad hacia la sociedad. Prueba de ello lo tenemos en las inversiones que nuestros bancos y gobiernos realizan en la industria armamentística, simplemente porque muestran un retorno del capital invertido muy atractivo.
La gente de a pie, no familiarizada con términos económicos y financieros, trata de posicionarse ante el debate nuclear con argumentos no menos importantes pero si menos relevantes en cuanto a la toma de decisiones. A continuación se listan algunos argumentos a favor y en contra, que a menudo son empleadas por la gente corriente con conocimientos básicos en energía nuclear. A favor encontramos los siguientes:

La energía nuclear es válida en la lucha contra el cambio climático puesto que no produce emisiones de CO2 durante la fase de operación. Se trata de un argumento cierto dado que las centrales emiten vapor de agua y este no es un gas de efecto invernadero. Pero no se consideran las emisiones indirectas que se producen en la fase de construcción de la central, ni las emisiones derivadas de las labores de extracción y transporte del uranio, ni otras emisiones fruto del desmantelamiento de las centrales una vez finalizado su ciclo de vida
Los costes de operación de una central nuclear son muy bajos en comparación con otras tecnologías. Es cierto que los costes de operación son muy bajos en términos comparativos pero se trata de una verdad a medias si no consideramos, por ejemplo, los costes asociados a la gestión de los residuos radiactivos
Reduce la dependencia externa de energía que actualmente supera el 80%. Y por tanto, el déficit de la balanza de pagos energéticos
Ofrece mayor seguridad de suministro frente a otros combustibles como el petróleo o el gas natural. El suministro de uranio proviene de países más estables en términos geopolíticos. Teniendo en cuenta que entre estos países se encuentran algunos del continente africano, no alcanzo a entender la supuesta estabilidad.
Y entre los argumentos en contra encontramos los siguientes:

Genera residuos muy peligrosos que a día de hoy no presentan una solución a corto plazo. Actualmente no existe una solución para los residuos de alta actividad. A día de hoy, cada central almacena sus residuos de alta actividad en piscinas en sus propias instalaciones. Los residuos de baja y media actividad son gestionados por ENRESA junto con otros residuos provenientes de hospitales y representan otro coste añadido.
Son muy peligrosas en caso de accidente. Es tal la magnitud ante un accidente que las aseguradoras no aseguran centrales nucleares.
La financiación de una central en cuanto a su construcción, operación, mantenimiento, gestión de los residuos y desmantelación es elevadísima. La inversión necesaria para la construcción de una central nuclear es muy variable rondando los 1000-5000 $/kW.
Como comentaba anteriormente, los argumentos descritos en los puntos anteriores son, en ocasiones, los más empleados por la gente de calle. Pero en realidad, el argumento determinante en la toma de decisiones a la hora de construir centrales no es otros que la rentabilidad económico financiera. Triste pero cierto en un mundo que no acostumbra a internalizar los costes externos.

Basándonos en un estudio realizado por el MIT, el 55% de los costes totales de una central corresponden a la construcción de la misma. Además el estudio estima que para que una central sea viable no debe superar los 1.600 $/kW y que entre los costes presupuestados y los costes reales existe una desviación de entre el 200% y el 400% (en base al estudio de casos reales).

A la vista de los datos de este estudio y en el momento de coyuntura actual, parece que la rentabilidad de estas centrales dependerá en gran medida de factores externos y variables como son el precio del gas natural, el precio por emisión de tonelada de CO2 equivalente y las garantías del estado a la inversión en centrales nucleares. Y este último factor, la garantía del estado a la inversión, parece ser la que determine la decisión de los inversores a poner el capital necesario. Prueba de ello la encontramos en el estado francés y las subvenciones multimillonarías que otorga al industria nuclear.

En este sentido, parece que la pelota se encuentra en el tejado del Gobierno. Debe decidir entre garantizar la inversión nuclear del mismo modo que se garantiza la inversión en energías renovables o bien apostar por aquellas fuentes de energía que gozan de mayor simpatía en la sociedad. De momento se ha decido por la segunda opción y se resiste a reabrir el debate nuclear (como si alguna vez se hubiese cerrado).

Para más información detallada os recomiendo leer el siguiente artículo.

The Future of Nuclear Power. An Interdisciplinary MIT Study. 2003

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Iban Rui-Wamba

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