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El futuro próximo de las periferias urbanas ante la crisis

1 (2)Las periferias residenciales son uno de los elementos caracterizadores del modelo urbano contemporáneo. Son objeto de deseo (recientemente, a través del libro Postmetropolis, he descubierto a uno de sus ideólogos y promotores actuales, Joel Garreau, adalid de la edge-city, la ciudad-frontera, con discursos comerciales como “el mayor intento que los estadounidenses hayan hecho desde los días de los Padres Fundadores con el fin de crear algo similar al nuevo Edén” o “el terreno filosófico sobre el que estamos construyendo nuestra sociedad de la era de la información” y detractores (por diferentes razones, entre las que suelen dominar las de contenido ambiental, como este último estudio sobre el impacto en términos de emisiones de dióxido de carbono)Más allá de ello, los entornos residenciales suburbanos están, al igual que elmodelo de los centros comerciales, siendo discutidos fuertemente en diversos medios estadounidenses. En otros posts ya nos hemos ocupado de este debate, y este nuevo únicamente pretende actualizar algunas nuevas referencias que se han publicado en las últimas semanas. En general, el debate se está centrando en “salvar los suburbios” de la crisis, extendiendo las políticas urbanas también a las periferias y crear así un modelo institucional de carácter metropolitano. Si la tendencia a la vuelta a las ciudades se confirma como proceso escalonado de decisiones individuales y de decisiones políticas de diseño territorial, algunos se preguntan “qué vamos a hacer con todas las casas y comunidades que dejaremos atrás cuando todo el mundo deje las periferias y vuelva a las ciudades?». Es “el mundo sin nosotros”, como recuerdan en Antiplanner , en referencia al The world without us de Alan Weisman. En Antiplanner recuerda, de hecho, que ya existen suburbias abandonados:

True, there are many fantastic suburbs (I grew up in one) but that doesn’t negate the reality of places like Rio Vista, Calif., where an upscale 855-home development called Hearth and Home at Liberty (a name so cruelly ironic it surpasses irony altogether) was abandoned last year, leaving graded streets, a few model homes and little else. Exploring what to do with the extreme — semi-abandoned, half-built subdivisions from Merced, Calif., to Lake County, Fla. — was done with the broader intention of rethinking how all communities might better be designed, built and experienced.

Ya no se trata de mejorar estos desarrollos suburbanos y hacerlos más sostenibles (si es que pueden serlo por definición); el reto ahora estaría en qué hacer con los nuevos desarrollos que han quedado a medias tras los primeros trabajos de urbanización (sobre esto ya están investigando en Basurama y nos hemos ocupado alguna vez) . Arieff precisamente se pregunta eso en What will save the suburbs? y alienta soluciones de rehabilitaciones de estos barrios mediante la transformación de las viviendas unifamiliares vacías en unidades residenciales más pequeñas (y más asequibles), la utilización de los garajes para convertirlos en tiendas y cafeterías (para generar un poco de vida urbana) y reutilizar los edificios más grandes como centros cívicos, nuevas escuelas y otros espacios de interés público.

En cualquier caso, no hay que olvidar que huir de la ciudad sigue siendo el sueño americano, aunque hoy se haya vuelto un poco caro. Así lo recuerda el post Exurban nation, a partir de una investigación del Pew Research Center:

(…) Americans still want to move outward. City dwellers are least happy with where they live, and cities are one of the least popular places to live. Only 52 percent of urbanites rate their communities “excellent” or “very good,” compared with 68 percent of suburbanites and 71 percent of the people who live in rural America.
Cities remain attractive to the young. Forty-five percent of Americans between the ages of 18 and 34 would like to live in New York City. But cities are profoundly unattractive to people with families and to the elderly. Only 14 percent of Americans 35 and older are interested in living in New York City. Only 8 percent of people over 65 are drawn to Los Angeles. We’ve all heard stories about retirees who move back into cities once their children are grown, but that is more anecdote than trend.

Estas mismas palabras se usaban en el artículo I dream of Denver, del New York Times, que marca además el escenario del supuesto cambio de mentalidad y de modelo de ocupación del suelo:

Those dreams have been aroused over the past few months. The economic crisis has devastated the fast-growing developments on the far suburban fringe. Americans now taste the bitter fruit of their overconsumption. The time has finally come, some writers are predicting, when Americans will finally repent. They’ll move back to the urban core. They will ride more bicycles, have smaller homes and tinier fridges and rediscover the joys of dense community — and maybe even superior beer. America will, in short, finally begin to look a little more like Amsterdam. Well, Amsterdam is a wonderful city, but Americans never seem to want to live there. And even now, in this moment of chastening pain, they don’t seem to want the Dutch.

Como algunos me habéis dicho, investigo demasiado en las tendencias de los Estados Unidos; será la selección de mis fuentes, o qizá sea que las tendencias allí son prólogos de lo que pasará aquí próximamente. En cualquier caso, la cuestión es que las ciudades se vacían de gente o se llenan de casas vacías, aún no lo tengo claro. Lo pensaré este fin de semana.

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Foto 1 tomada de Susty.com

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Ciudades a escala humana
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naider
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