¿Es la Universidad un vivero de emprendedores? ¿O por el contrario el proceso educativo universitario dilapida parte del espíritu emprendedor de los estudiantes y futuros titulados? La mayoría de las universidades europeas dotan a sus alumnos de adecuadas bases teóricas e incluso prácticas, pero no les aportan otras cualidades cada vez más demandadas por el mercado de trabajo. Nuestras universidades enseñan con éxito a proporcionar respuestas. Hoy, necesitamos universidades que también instiguen a generar nuevas preguntas.
Durante la jornada de presentación del programa CREA con base tecnológica celebrada en la Universidad de Valladolid durante el pasado mes de Octubre, el Dr. D. José Mollet Roig, director del Instituto IDEAS de laUniversidad Politécnica de Valencia, y el Dr. D. Francesc Solé Parellada, director y promotor del programa INNOVA de la Universidad Politécnica de Cataluña expusieron las prácticas y experiencias relacionadas con el emprendizaje de base tecnológica llevadas a cabo en sus respectivas universidades.
El Dr. Francesc Solé mencionó en esta charla que el carácter emprendedor de una persona se ve reducido conforme aumenta su nivel educativo. Y defendió este hecho con una contundente argumentación: el proceso universitario es en muchas ocasiones un periplo en el que el estudiante se afana por entender el universo conceptual particular de un profesor y por ser capaz de proporcionar, en un examen, la solución exacta que aquél alberga en su cabeza. En efecto, el hecho de pasar cinco o seis años inmersos en este sombrío mundo, no puede más que cortar las alas a nuestro espíritu emprendedor. Y si bien quizás hoy no es tan sombrío, todavía podría albergar una mayor «luz» que incentive al emprendizaje.
Sin embargo, en los estudios realizados al respecto, la relación entre la actitud emprendedora de una persona y su nivel educativo todavía no se ha resuelto con contundencia. El último informe Global Entrepreneurship llevado a cabo en España en 2006 parece sólo indicar que el número de emprendedores procedentes del ámbito universitario aumenta al tiempo que lo hace el porcentaje de titulados.
¿Fomenta nuestra capacidad emprendedora el periplo universitario?Muchos piensan todo lo contrario. Los estudiantes sienten que son pocas veces instados a formular preguntas, plantear diferentes problemáticas o diseñar nuevas soluciones. Y manifiestan que sólo ocasionalmente participan en proyectos con agentes reales del sistema económico.
Mientras la Universidad enfatiza la resolución de problemas conceptualmente simples, con una sola solución válida a una sola pregunta posible, la realidad, sin embargo, se define en infinitas soluciones a un aún mayor número de potenciales preguntas. El emprendizaje nace en multitud de ocasiones de la formulación de nuevas y diferentes preguntas sobre los problemas comunes. Las respuestas son quizá la parte más fácil, el desafío está en retar el pensamiento único, ejercitar de forma metódica el cuestionamiento del «business as usual» y aportar nuevas visiones. Desgraciadamente, la Universidad actual nos entrena más como perfectas máquinas lanzadoras de respuestas. ¿Quién entonces puede plantear las nuevas preguntas?
Un pequeño parche a un gran problema
Para hacer frente a este problema de base la práctica totalidad de las Universidades de calidad incorporan hoy algún mecanismo de transferencia de tecnología y/o fomento del emprendizaje: generación de spin-offs, escuelas de emprendedores, incubadoras, etc. Estos «apéndices», meros festones en ocasiones, del sistema universitario suelen materializarse en edificios anejos a las tradicionales facultades de ciencias o ingenierías, o situados en parques tecnológicos, y si bien muestran algunos resultados, una transformación sistémica es necesaria.
El insuficiente número de emprendedores que proceden del entorno universitario delata un inherente fallo del proceso educativo universitario, que no puede atajarse mediante añadiduras sino que requiere de un replanteamiento de base. El alumno debe ser guiado por un proceso de cuestionamiento sistemático de las prácticas y procesos empresariales, sociales, científicos. El alumno debe ser consciente de la posibilidad de ser emprendedor desde su primer año en la Universidad. Aquí es donde parece diferenciarse especialmente el sistema americano. Como decía en una entrevista en El País Ignacio Fernández de Lucio, director del instituto Ingenio: «la universidad no está para crear empresas, sino formar empresarios». Probablemente ésta es la lección que las universidades de EEUU aprendieron hace tiempo, y que les decidió a integrar el emprendizaje en el día a día universitario.
Para lograr esto, las Universidades deben fomentar el diálogo entre alumnos y profesores y romper con los discursos unidireccionales. El sistema de evaluación tiene que enfrentar a los alumnos a problemas reales, con agentes reales (empresas, instituciones, personas), en los que puedan aprender a identificar problemas, oportunidades, riesgos, amenazas. Darles un folio en blanco y preguntarles ¿qué cambiarías aquí? Además, la pro-actividad debería ser promovida mediante la propuesta de problemáticas abiertas. El alumno es así no sólo requerido a dar una respuesta sino a generar múltiples preguntas y darle múltiples respuestas. Al fin y al cabo, a pensar. Por último, y para que estos potenciales emprendedores alcancen el éxito deben también ser dotados de las herramientas que más necesitarán en el proceso de emprendizaje: capacidades personales como lacomunicación, el liderazgo, el trabajo en equipo o la empatía.
El puzzle para lograr una Universidad de emprendedores e innovadores se completa con una última pieza fundamental: la propia Universidad debe ser innovadora. Un referente a este respecto se puede encontrar en la recién estrenada Universidad de Tallinn (Tallinna Ülikool), Estonia, en la que las lecciones se pueden tomar prestadas en DVDs, asistir a clase mediante video streaming, e interactuar con el profesor por videoconferencia mediante Skype. No podemos pretender tener universitarios innovadores mientras ellos asisten a lecciones en tiza sobre pizarra. En los países escandinavos, y sobre todo en EEUU, son los estudiantes universitarios los más fervientes consumidores de tecnología.
Una transformación de las bases es necesaria
Es necesaria pues una profunda transformación holística del sistema que requiere un denodado esfuerzo por parte de la comunidad universitaria. Desgraciadamente, es siempre más fácil construir un nuevo y bonito edificio, colgar de sus paredes el cartel de «innovación», y seguir con los procesos y formas de siempre.
Referencias
Global Entrepreneurship España 2006. Instituto de Empresa.
«La Universidad no está para crear empresas, sino formar empresarios». El País. Publicado el 20 de Noviembre de 2007. Disponible online en El Pais.com.