Ray Tomlinson, la persona detrás del primer envío de correo electrónico en 1971, falleció a principios de este mes, y el New York Magazine publicó un artículo que constata el hecho que puede suponer el mayor tributo a la memoria del inventor del email: 45 años después, aún no ha sido suplantado por ningún otro sistema mejor, en el ámbito de la comunicación asincrónica. Si la industria del spam sigue llenando nuestras bandejas, debe de seguir siendo rentable, ¿no? El traslado del PC al smartphone no hizo más que afianzar el email.
La arroba y las categorías de «asunto» y «destinatario» inventadas por Tomlinson siguen vigentes, aunque se ha anunciado su pronta desaparición varios veces en los últimos años. La aplicación Slack, por ejemplo, ha tenido mucho eco en los últimos meses como la causante de la muerte definitiva del correo electrónico, pero aunque se trate de una herramienta de comunicación excelente para la comunicación interna en una empresa, tal como ocurre con otras apps de mensajes instantáneos y redes sociales, no es tan efectiva para comunicarse con quien está fuera de nuestro entorno.