En los 20 años transcurridos desde la aprobación en 1988 del Informe Brundland por las Naciones Unidas, que puso sobre la mesa el concepto de desarrollo sostenible, el avance en las políticas de sostenibilidad ambiental ha sido notable, especialmente en la Unión Europea.
Ahora bien, el estado del medio ambiente global ha seguido empeorando, como lo pone de manifiesto el reciente número especial del National Geographic dedicado al estado del planeta, corroborando informes de las Naciones Unidas y otras agencias e institutos internacionales.
Ante una situación de progresivo deterioro que se manifiesta con especial gravedad en la crisis climática, el día mundial del medio ambiente ofrece una buena ocasión para reflexionar y proponer nuevos mimbres que permitan iniciar un nuevo ciclo ante este grave problema ambiental, que incorpore mensajes renovados. Estas son algunas reflexiones y sugerencias.
Uno. En la línea de la iniciativa británica de 2007 de presentar el tema del cambio climático ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la alteración del clima de la Tierra ha de pasar a ser considerado por las instituciones internacionales un problema emergente de seguridad global, no sólo como un problema ambiental.
No se trata, obviamente, de un problema clásico de seguridad derivado de conflictos armados entre estados, sino de un problema de seguridad de nueva índole. El poder de desestabilización social, política y económica del cambio climático en amplias regiones del mundo es muy serio como ha puesto de manifiesto el reciente informe del Alto Representante de Política Exterior, Javier Solana, al Consejo Europeo, en su reunión de primavera.
La Unión Europea debería promover la declaración del cambio climático como problema emergente de seguridad global por las Naciones Unidas en sesión plenaria dedicada monográficamente al tema.
Dos. La Unión Europea ha de propiciar en los próximos años un liderazgo internacional compartido con Estados Unidos, Japón y, deseablemente, Rusia que permita conseguir una disminución significativa en las emisiones de los países económicamente desarrollados para el año 2020, con respecto a las de 1990.
En estos próximos años será decisivo que los países ricos marquen el camino para que, a partir de esa fecha, las grandes economías emergentes y emisores clave ヨ China, India, Brasil, Indonesia ヨ se comprometan con reducciones significativas de gases de efecto invernadero, así como con la conservación de los cruciales sumideros de carbono que son las selvas.
Tres. Se debería avanzar hacia una nueva arquitectura institucional internacional, acorde con su calificación de problema de seguridad global. Preservando y reforzando el papel del IPCC, se debería situar la dirección estratégica internacional de la lucha contra el cambio climático en el órgano políticamente más relevante de las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad.
Se debería, asimismo, estudiar la creación ヨ en la línea propuesta recientemente por Nicholas Stern ヨ de una nueva agencia mundial específicamente dedicada al cambio climático, equivalente en recursos y reconocimiento al Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial de Comercio.
Cuatro. Respecto a los instrumentos que permitan progresar en una reducción significativa de las emisiones se debería avanzar en la creación de un mercado mundial de gases de efecto invernadero. La limitación eficaz y eficiente de las emisiones totales vendría acompañada de una amplia transferencia de recursos económicos y tecnológicos a los países emergentes y en desarrollo que favorecería su propia transición hacia una economía baja en carbono.
De manera complementaria se debería aprobar una moratoria global de nuevas centrales térmicas de carbón hasta que no esté lista la tecnología de captura y almacenamiento de emisiones de CO2.
Cinco. La sociedad civil global ha de hacerse oír. Es preciso avanzar en la creación de un poderoso movimiento social en defensa del clima de la Tierra. Las grandes organizaciones ambientalistas y conservacionistas del mundo, junto con organizaciones sociales internacionales, referentes del mundo del arte y la cultura, líderes espirituales y religiosos, lideres comunitarios, organizaciones indígenas, representantes de los estados isleños en peligro de desaparición bajo el mar… habrían de liderar acciones coordinadas en las que participen millones de personas en todo el mundo. Mucha gente en la sociedad civil está queriendo hacer oír su voz en los cinco continentes en defensa del clima de la Tierra.