Fue hace unos cuantos años, en el programa de emprendizaje llevado a cabo por Team Academy Euskadi (Tecnalia). Pongo en contexto: 9 personas de diferentes perfiles, reciben durante año deformación para crear una empresa conjuntamente.
Allí, un grupo de profesionales analizó nuestros roles de equipo tratando de dibujar la silueta del tipo de comporatamiento que cada uno desarrollaba dentro del grupo. Fue largo, me acuerdo, un rollo. Al de unos meses, alguien atravesaba la puerta de la oficina cargado con carpetitas verdes y amarillas, eran los resultados del Test de Belbin. Como quien recoge las notas en secundaria, yo cogí con gran entusiasmo la que llevaba mi nombre. Unas primeras páginas de introducción, gráficos y llegué a la descripción de mi personalidad.
Una alegría desbordó mi cabeza cuando vi aquel epígrafe CEREBRO. Y lo leí de nuevo c-e-r-e-b-r-o. Qué bien suena (pensé, anda que esto ya lo dice mi madre). Con sonrisa de idiota seguí leyendo (y pensando, esa soy yo ¡?!). Bajo el titular CEREBRO, tu esperas una sarta de piropos que hasta te va a costar leer delante de tus compañeros y es que un CEREBRO no puede albergar nada malo. Pero te equivocas, es un truco de Belbin para amortiguar lo que te viene a continuación. Porque, CEREBRO no es solo el que tiene grandes ideas, el que es creativo o resolutivo, como tú pensabas. En concreto, Belbin admite que si que tienen muy buenas ideas pero también un «Fuerte sentido de propiedad de las ideas y dificultad para cooperar». Hasta aquí la sonrisa permanece en tu cara. «Tienden a ser introvertidos y reaccionan fuertemente a la crítica y a la alabanza. Sus ideas pueden ser a menudo radicales y suelen carecer de orientación práctica» vamos que se valora el que seas creativo, pero en esta vida no vale con tener ideas, han de ser de relevancia. Resumiendo en dos palabras: no sirven. Y continúo: «son críticos, con tendencia a cuestionar el trabajo de los demás».
Después vinieron cosas como autoritaria, impaciente y otras que mi mente no ha querido recordar. Pero la frase que me dejó perpleja fue:» Son independientes, inteligentes y originales… pero pueden tener dificultades, ya que se comunican con los demás en una longitud de onda diferente. Longitud de onda diferente, ¿a caso soy yo de otro planeta?
Ahí fue cuando eché de menos a la psicóloga que nos hizo el test porque una no se prepara en el desayuno para que le insulten en el nombre de Belbin.
Ahora venía el momento decisivo, en el que compartes con el equipo el resultado, pero ¿con qué cara adviertes a tus compañeros de que probablemente estén delante de una pequeña aprendiz de zorra (según Belbin)? Y es que Belbin no habla de personalidad sino de comportamiento, no quiere decir que lo seas (una Z_ _ _ _) sino que actúas cómo (una Z_ _ _ _).
No recuerdo como finalizó la sesión probablemente mis compañeros deManahamana puedan aportar más aquí. Pero imagino, que con la astucia de una zorra me quedaría con los puntos positivos que podría entresacar y negaría a la rotunda cualquier vinculación con el animal allí descrito (eso lo serás tú, pensaría).
Lo que sí recuerdo es que aquel día nada más llegar a casa, con cara solemne le entregué a mi madre la carpetita (preguntándome: ¿qué tipo de bicho habéis engendrado?). Tras unos segundos y con la positivad que solo una madre puede irradiar obtuve un: Ay! Hija estoy muy orgullosa de ti. Recogí la carpetita verde y amarilla y la enterré bajo un montón de libros que sabía seguro que nunca iba a leer. Hasta nunca Belbin.
Estas navidades el montón de libros que jamás iba a leer era demasiado grande así que lo dividí en dos, y allí en el fondo, sin apenas polvo, estaba la carpetita de Belbin. Han pasado más de tres anos, y he pasado por unos cuantos proyectos, equipos, gente diferente, diferentes nacionalidades, disciplinas. Pero algunas cosas se mantienen en mi cabeza. Por lo general lidero (siempre y cuando la gente no doble mi edad, que es cuando mi cabeza opera en modo admiración), asumo que mi idea es la mejor y la defiendo con unas y dientes. Detesto que sin argumentos alguien la intente desterrar. Me aburren las reuniones largas y el bla-bla-bla de la gente en las mismas. Pero al mismo tiempo todos estos años, de alguna forma, he tenido muy presentes esas líneas de Belbin. Y creo que reconocer cómo somos, aunque Belbin en un principio este basado en autopercepción, estimula el aprendizaje. Aprender a escuchar, el querer entender a los demás, la paciencia, el contener la rabia… eso ha venido después. De la mano de mis compañeros, de las charlas con mis amigos, de las experiencias, buenas y malas, de los viajes, de los proyectos: de la vida.