Os dejo con un extracto de la última carta que he recibido de mi amigo Sebas. No tiene desperdicio alguno:
Siento profunda repulsa y vergüenza por los fantoches que con su extrema petulancia, sus fragancias de marcas y sus relojes de importación se pasean por las calles y barrios de nuestras ciudades intimidando y asustando al personal. Algunos enseñan sus músculos tatuados de hazañas indignas, otros sus coches tuneados y los peores se pavonean en grupo rodeados de chusma que como ellos rezuman cobardía. Es casi seguro que sus padres y madres los criaron sin saber que eran más dignos de una porqueriza que de las comodidades y lujos que se les ofrecen. Y como tales, puercos enfangados de mierda, solo generan desgracia, horror e infelicidad allá por donde se pasean.
Gentuza de esa nos ha sobrado, y nos seguirá sobrando, en este país. En algunos tiempos llegamos a exportarlos por el mundo pica en mano, inundando los mercados foráneos. Tanto borrego junto no podía ser bueno, así que al final salimos trasquilados pero habiendo dejado tanta abominación que todavía hoy se nos recuerda por ello. En otras épocas, ungidos por sus camisas azuladas, nuevas o viejas, eran capaces de llevar la crueldad extrema y la sinrazón por doquier.
Afortunadamente para nuestra pequeña cuasi-ínsula, hemos aprendido que la violencia no es capaz de generar nada bueno. Nos ha costado tiempo, mucho sufrimiento y aún muchos más litros de sangre alcanzar esta madurez. Por eso, todos entendemos que hay que habilitar leyes, reformas, herramientas, que eviten que grupos de descerebrados continúen paseándose por las calles, imponiendo su ley del miedo. Pero aún así, hay veces que estás medidas son insuficientes y es necesario poner ante la justicia a tanto maleante, tal y como ha sucedido el pasado domingo con parte de la banda de los reyes latinos. Y que una temporada en la trena ayude a apaciguar tanta testosterona animal y a evitar más humillaciones, vejaciones y derramamientos de sangre.
¿Pero qué pasa cuando, en vez de una banda de descerebrados, es un país el que actúa como si de un vulgar matón de barrio se tratase?
Recientemente hemos conocido el asesinato perpetrado por unos fanfarrones, supuestos agentes del conocido servicio secreto del estado israelí, que han acabado con la vida de una persona, dirigente de Hamás, en Dubai. Te envío el recorte de la notica. Y aunque parezca una barbaridad, me les imagino cual matones de barrio acicalados con su respectiva simbología, plenos de soberbia atravesando las fronteras de su banda rival para cometer la mayor de las atrocidades, privar de la vida a un ser humano, para después regresar a su estercolero orgullosos de la tropelía cometida y presumiéndose intocables.
Amigo, igual que repudiamos y condenamos a esos matones de nuestros barrios, agitemos nuestras mentes de comunidad internacional para crear las herramientas y la justicia capaz de evitar las tropelías que en forma de extinción de vidas se comenten aún en el siglo XXI. No es de recibo que, pese a la noble labor que ha llevado a cabo la justica española juzgando crímenes cometidos en el extranjero, hayamos consentido la reforma legal que impida a la Audiencia Nacional juzgar dichas atrocidades. Es verdad que un país en solitario no puede hacer frente a tanto mendrugo que habita esta Tierra, por ello sintámonos todos copartícipes de lo que sucede en el mundo, consigamos hacer coparticipes a nuestros gobiernos y logremos que se sumen a hacer un mundo más digno, habitable y maduro.
Te dejo con una frase del juez del asesino de Isaac Rabin: «Todas las ideologías que justifican el asesinato, acaban convirtiendo el asesinato en ideología«.