Cuando escuchamos o vemos algo relacionado con lo “ecológico”, es inevitable pensar en algo bueno, y bueno en cualquier aspecto: saludable, natural, máxima calidad, respeto a los animales, mejor sabor… y sostenible. Todo lo ecológico sugiere sostenibilidad y responsabilidad medioambiental. La Real Academia Española define “ecológico” como Realizado u obtenido sin emplear compuestos químicos que dañen el medioambiente o Dicho de un producto o de una actividad: que no es perjudicial para el medio ambiente. En resumidas cuentas, la agricultura ecológica se basa en el uso de técnicas y procesos que protejan la biodiversidad y respeten el ecosistema. Sin embargo, existe una serie de aspectos ocultos, que no nos dejan ver la realidad con total transparencia.
La agricultura ecológica debe contribuir a la protección del medio ambiente y del clima, conservando la biodiversidad. Pero, ¿qué pasa con los alimentos que, aunque tengan la certificación ecológica, provienen de otros países o continentes? Estos productos son transportados a través de camiones, aviones e incluso barcos, todos medios de transporte con un alto nivel de contaminación. Parece ser que el enorme impacto ambiental del transporte no se tiene en cuenta a la hora de certificar un alimento como ecológico. Y por si esto fuera poco, ¿qué hay de los innumerables envases de plástico empleados para “proteger” frutas, verduras…? ¿Ese plástico no es contaminante? ¿O es que tampoco se tiene en cuenta?
En relación al transporte de los productos, otro de los principios que debe cumplir la certificación ecológica es, tal y como dice el Reglamento (UE) 2018/848 del Parlamento Europeo y del Consejo, “Fomentar los circuitos cortos de distribución y las producciones locales en los territorios de la Unión Europea”. Es evidente que hay muchos productos (con el sello ecológico) que son importados de manera habitual de países lejanos, desde otros continentes. Un claro ejemplo es el del jengibre ecológico; en los últimos meses, en España ha crecido considerablemente la demanda de este producto procedente de China, conocido por sus propiedades nutritivas.
Otro de los principios básicos del proceso de producción de estos alimentos es el respeto de los ciclos naturales. Hoy en día, tenemos disponibles durante todo el año productos típicos de una sola estación. El motivo principal es la producción en invernaderos o en cámaras de maduración, en los que no se respeta el tiempo natural de crecimiento; o las imitaciones artificiales, como en el caso del cultivo de los tomates en España. El periodo natural de crecimiento del tomate es el verano, para ser consumido a finales de la estación; sin embargo, se encuentra disponible en fruterías y supermercados a lo largo de todo el año. Este tomate se obtiene de una selección artificial sobre el tomate tradicional; aunque la diferencia entre ambos tipos no es perceptible a simple vista, la verdad llega a la hora de probarlos, ya que el tomate artificial se caracteriza por ser insípido y bastante mediocre.
La agricultura ecológica también debe colaborar a la consecución de un ambiente no tóxico. Es por ello que evita el uso de todo tipo de pesticidas, fertilizantes, hormonas, etc. Pero esto no es del todo cierto, ya que la producción ecológica prohíbe únicamente el uso de pesticidas de síntesis química; permite, entre otros, el uso de un material tan contaminante como puede ser el cobre, que tiene la función de fertilizante y de tratamiento para el control de hongos y babosas.
En cuanto a la producción ecológica, ésta tiene una baja tasa de productividad en comparación con la convencional; para la misma superficie de cultivo, con la agricultura ecológica se produce un 20% menos de alimentos. New Scientist publicó un artículo en el que afirmaba que, teniendo el mismo rendimiento, la emisión de gases de efecto invernadero era mayor en la producción ecológica, como resultado del consumo de agua y petróleo precisado.
En conclusión, está más que comprobado que los mayores problemas surgen a la hora de llevar a la práctica los principios de la agricultura ecológica. Teniendo en cuenta las innumerables ventajas de este tipo de alimentos y mejorando los aspectos mencionados, la agricultura ecológica sería, con una gran diferencia, la mejor alternativa a la hora de la alimentación diaria.