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Abolicionista, o no

toro_osborne sol_3Fruto de la última noticia del periódico «El Mundo» que relata cómo coincidieron José Blanco y Mariano Rajoy en la última corrida de toros en Pontevedra y otras más en varios medios de diferente índole, he decidió dedicarle algunas líneas a este asunto ya que parece que el debate sigue alimentándose.

El voto en el Parlament  recientemente sobre la prohibición de las corridas de toros ha suscitado el interés de todo el mundo, por la importancia que tiene el toro en la marca España. Personalmente entiendo los argumentos del porqué  de su prohibición, pero sigo viendo cierta hipocresía o doble rasero en el debate.

Yo no soy de toros. Jamás he ido a una corrida. He escuchado el debate con opiniones de intelectuales, y filósofos, emitiendo juicios y apoyando un u otro bando. También creo que sí que hay un tema «identitario» en el debate. Ya se sabe qué significa cuando se insiste en  desmentir un tema.Excusatio non petita, accusatio manifesta.  Pero el debate debe ser otro y no tiene lógica que un partido por ser españolista sea taurino y los catalanistas, por tales anti-taurinos. Es verdad que, en muchos ámbitos, los catalanes se han caracterizado por ser  más modernos que el resto de los pueblos de la península, así como en marcar tendencias. Quizás a los partidos nacionalistas no les preocupe tanto causar revuelo en Madrid y se atrevan a votar leyes que no sientan nada bien en ciertos ámbitos de la sociedad española – y algunos incluso con cierta fobia catalana.

Este no es mi caso, pero en esta cuestión me resulta un poco hipócrita, como decía, la decisión del Parlament. De hecho, la industrialización del sector alimenticio, me parece mucho más cruel que cualquier corrida de toros. Comer carne de forma generalizada se da ya por descontado. De niño vi cómo se mataba a una vaca y se desangraba, y esto me hizo entender el enorme sacrificio que supone que uno pueda comer carne. Sin duda, me llevó a limitar mi propio  consumo.

Hoy somos, como sociedad, cada vez más escrupulosos pero crueles a la vez. Es curioso que fuera en un matadero de cerdos en Cataluña donde me enterase de que los cerdos son plenamente conscientes de que los van a matar antes de morir.  Recordando cómo gritan y chillan, no se puede dormir por las noches. ¿Acaso esos animales no sufren? O véase la película «We feed the world»: http://www.we-feed-the-world.at/index.htm, las cadenas masificadas de los alimentos son simplemente perversas…

Preferiría abogar por la reducción de la industrialización del sector carnívoro y poder optar por comer carne de la vaca criada cerca de mí. O una simple ley que obligase a los restaurantes a incluir en el menú un plato vegetariano; sería muchísimo más efectivo y vanguardista para limitar los sacrificios de los animales (Restaurante La Roca [el restaurante al lado de mi trabajo], con oferta vegetariana y sin humo – ¡que utopía más bonita!). En cuanto a los toros, quizás podría servir para  visualizar la muerte de un animal, y así ser consciente de dónde procede la carne que consumimos como si fuesen galletas. Yo, al menos, preferiría ser un toro a un cerdo en ese matadero esperando al tiro en la cabeza.

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Heiko Unzalu

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