La Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados va a prohibir la importación, comercialización, y exportación de utensilios plásticos (platos, vasos, cubiertos, o pajitas) para el 2020. Año en el que además estos productos deberán estar compuestos por al menos un 50% de sustancias biodegradables procedentes de materias orgánicas, y con el 60% para el 2025. Esta iniciativa se suma a Francia (primer país en adoptar esta medida) y a otras relacionadas como la prohibición de las capsulas de café en Hamburgo, las bolsas de plástico en Modbury (Inglaterra) y California, y los utensilios de un solo uso en las Islas Baleares, donde además se van a prohibir las cuchillas de afeitar, toallitas húmedas, bastoncillos para los oídos, mecheros y bolsas de plástico para el año 2020.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio ambiente calcula que entre el 15% y el 40% del plástico producido en el mundo acaba cada año en los mares, lo que supone más de 8 millones de toneladas al año. Ante esta preocupante situación la Unión Europea quiere garantizar que para el 2030 todos los embalajes de plástico sean reciclables (Estrategia para Plásticos en la Economía Circular).
Cada vez existen más evidencias de los graves efectos de los plásticos en el medio ambiente, y la urgencia por encontrar formas de detener y darle la vuelta a esta realidad pasa por aplicar unas medidas efectivas e integrales que cambien los hábitos de consumo y alarguen la vida de los productos. Por ejemplo, el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR), que tan bien funciona en Alemania demuestra que hay alternativas en la gestión y compromiso entre ciudadanía y empresas.
Por otro lado, las proporciones de los desechos producidos en otros sectores son también alarmantes. En el caso de los alimentos, se estima que 1/3 de los que se producen son desperdiciados. Esta cantidad podría alimentar a 2.000 millones de personas y acabar así con el hambre que pasan actualmente 800 millones de personas (vídeo).
Mientras en Europa las tasas de reciclaje demuestran una mayor conciencia social, con un aumento considerable en los últimos años, las políticas europeas pretenden alcanzar objetivos más ambiciosos con políticas encaminadas a priorizar la no generación de residuos. A partir de ahí debemos comenzar a configurar sistemas de producción y consumo más circulares, que sirvan para dejar atrás este modelo actual de usar y tirar tan despreocupado.